TRABAJAR POR LA TOLERANCIA

Ha culminado el proceso de elección del gobierno nacional y ya está definido quien habrá de tener…

 

Pablo Mieres

Ha culminado el proceso de elección del gobierno nacional y ya está definido quien habrá de tener la responsabilidad de conducir al país por los próximos cinco años. El nuevo gobierno electo tendrá por delante importantes y complejos desafíos.
Uno de ellos, y con independencia de las mayorías alcanzadas, consiste en contribuir a la recuperación de la tolerancia entre los militantes de los diferentes partidos.
En efecto, durante este mes de segunda vuelta el muy bajo tono de la campaña electoral contrastó con las múltiples expresiones de intolerancia que proliferaron entre militantes de ambos partidos  en las redes sociales hacia todo aquel que piensa distinto.

Seguramente son una pequeña minoría, pero se trata de una minoría muy activa que expresa con pasión y sin respeto, sus opiniones agraviando y descalificando a sus adversarios. Sorprende la vehemencia y la intensidad de los agravios expresados. Quizás esto siempre haya existido y la diferencia es que las redes sociales permiten una publicidad mucho más fuerte.
Lo cierto es que durante el mes que hoy termina, hemos asistido a una sucesión de expresiones que francamente no aportan a un clima de convivencia política civilizada. A su vez,  las propias expresiones de algunos dirigentes, particularmente de quien ocupa la principal responsabilidad política en este país, en nada han ayudado a generar el clima.
Parece mentira escucharlo ahora, a último momento, hacer un llamado a la tolerancia y el buen clima cuando apenas unas semanas atrás calificaba de “alma podridas” a sus adversarios o señalaba que estos “lo odiaban porque representaba a los de abajo”. Es muy difícil que los militantes que escuchan a su líder decir tales barbaridades, no cedan a la tentación de actuar de la misma manera, o que los militantes de los otros partidos no sientan ganas de bajar al mismo nivel.
Tampoco ayuda la existencia de algunos avisos publicitarios difundidos por Internet cuya finalidad no era otra que exacerbar las diferencias y fomentar el odio de clase.
Pero lo cierto es que durante este último mes de campaña los militantes de ambos sectores han desbordado expresiones de confrontación y ruptura política.
De un lado, asistimos a un preocupante y exacerbado nivel de soberbia y de desprecio que llegó al límite de festejar quince años de gobierno cuando todavía no habían cumplido diez, o construyendo la misma idea de miedo a lo que pudiera pasar si ganaran los partidos tradicionales, con la misma lógica que antes usaban aquellos para asustar a los votantes ante el eventual triunfo del Frente Amplio.
Del otro lado observamos con sorpresa la proliferación de afirmaciones apocalípticas formuladas en tono dramático como si el nuevo triunfo del actual partido en el gobierno determinara una inevitable deriva autoritaria con la consiguiente pérdida de libertades y de la democracia.
Hemos escuchado y leído mensajes de militantes de los partidos tradicionales que convocan poco menos que a una “cruzada salvadora” para evitar que el país se encamine definitivamente hacia un derrotero autoritario.
Y, particularmente, hemos sentido en forma directa las manifestaciones de intolerancia por parte de ambos grupos de militantes hacia nuestra posición en esta situación de segunda vuelta presidencial. Nunca en nuestra vida política habíamos recibido tantos agravios de parte de ciudadanos que aprovechan las redes sociales para insultar y descalificar. Nunca habíamos tenido que bloquear a tanta gente en el Twitter debido a las faltas de respeto y a los insultos.
Simplemente porque el Partido Independiente decidió por unanimidad no apoyar a ninguno de los dos candidatos que disputan la segunda vuelta y porque, en línea con esa decisión y como presidente del partido, anuncié mi voto en blanco.
No tenemos ninguna duda de que estas manifestaciones de intolerancia y de agresión son reflejo de pequeñas minorías “recalentadas”, pero debemos trabajar todos juntos para evitar que estas manifestaciones se reproduzcan y multipliquen porque tiene que ver con la calidad de nuestra convivencia democrática.
El nuevo presidente tendrá una tarea fundamental, junto a los principales dirigentes de todos los partidos, para dar por terminada la lucha electoral y promover la recreación de un clima de diálogo y de búsqueda de entendimientos entre todos.
Es el presidente el que tiene la iniciativa, esperemos que no nos defraude.

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