Amanece…

rochatotal.

Por Julio María Sanguinetti . Ex Presidente de la República.

La elección del domingo marcó el fin de un tiempo y mostró las primeras luces del que está naciendo.

La hegemonía frentista de 15 años está hoy a punto de terminar si el 24 de noviembre la oposición ratifica su mayoría. Todo indica que así será.

El Frente no llegó al 40% y los dos partidos fundacionales le superan, por un pequeño margen pero le superan, lo que es más relevante de lo que parece. Si a este otro 40% se le suma hoy el sorprendente 11% de Cabildo Abierto, cuyos votantes son claramente contrarios al Frente, no hay duda de que la oposición será triunfadora. Se sumarán también, seguramente, el Partido de la Gente y el Independiente.

Esta es la base electoral que ubica a Luis Lacalle Pou como el gran favorito de la segunda vuelta y la esperanza del cambio. Ha cumplido una campaña seria, sin errores políticos de los que en esas circunstancias suelen darse, con seriedad y planteos concretos. Asumió la idea de la coalición, se abrazó a ella y la ha predicado con entusiasmo, abriendo puertas. Hay una gran distancia entre el joven legislador de la elección pasada y este que ha asumido la estatura de la primera magistratura. Esto se comprueba en sí mismo, con más razón cuando se compara con su contrincante, un Intendente simpático pero que no ha logrado mostrar la solvencia necesaria. Prisionero, además, de los prejuicios y tironeos de ese conglomerado heterogéneo que es el Frente Amplio y que en la elección nacional realizaba, de hecho, su interna, con todos los perfilismos a flor de piel.

Importa decir que la segunda vuelta no es de partidos, como la primera, sino de personas o, aunque se discuta, entre “familias ideológicas”, en que cada uno vota al pariente más cercano. Las colectividades quedan atrás y el Dr. Lacalle, más allá de su liderazgo nacionalista, asumirá una representación colectiva, que tendrá que ir tejiendo con esmero.

Nuestro partido ha sido claro a través de su candidato y de todos sus dirigentes: apoyaremos a Lacalle con convicción. Ha demostrado que está preparado para la responsabilidad de la conducción del Estado en un dificilísimo período de transición, en que habrá que enfrentar el crimen organizado, equilibrar las finanzas públicas, recuperar la competitividad y reformar la educación.

El Partido Colorado mantuvo su porcentaje electoral. El Frente Amplio perdió severamente, algo perdió también el Partido Nacional, pese a su mayoría. El Partido Independiente se quedó sin su banca del Senado. Sólo ganó el nuevo partido del general Guido Manini. Mantener esa presencia puede ser magra cosecha si se la mira con las expectativas que se generaron allá por agosto; en cambio, luce reconfortante, si se toman en cuenta esas bajas generales y que en mayo de 2018, cuando arrancamos con Batllistas, las encuestas no nos atribuían más de 3 o 4%.

En aquel momento dijimos que nuestros objetivos eran dos: recuperar para el Partido Colorado una presencia electoral relevante e instalar la idea de la coalición. Lo primero se logró. La segundo también, porque ya es valor entendido que habrá que buscar esa forma de gobierno para construir la necesaria alternativa y asumir la enorme responsabilidad que nace.

Otro tema insoslayable es el millón ciento veinte mil votos del SÍ a la reforma propuesta por el Dr. Larrañaga. Como escribimos la semana pasada, era muy difícil la mayoría, dado que estaban en contra todos los candidatos, desde el general Manini hasta el Dr. Lacalle; ningún partido la apoyaba y el gobierno y toda la institucionalidad de izquierda, había lanzado una formidable campaña opositora, con presencia en los medios y movilizaciones callejeras. Aceptada esa situación, decíamos que, con todo, si obtenía 700 a 800 mil sufragios, ya era un fuerte mensaje. Nos quedamos cortos y eso revela que la ciudadanía siente una gran indefensión, que el Estado de Derecho no le ofrece la garantía necesaria y que reclama autoridad. Ese mismo sentimiento seguramente es parte sustantiva de la votación al Cabildo Abierto. El próximo gobierno no podrá dejar de atender esa situación. La batalla contra el crimen organizado será crucial.

El Frente Amplio y las organizaciones aledañas festejan que el plebiscito no tuvo mayoría, como si fuera un triunfo que medio país la votara, contra viento y marea. No se dan cuenta de que la democracia frágil y débil es el caldo de cultivo en que se puede instalar cualquier aventura populista autoritaria, de las que tantas hemos visto en nuestra América Latina. La cuestión es mucho más seria de lo que, como motivo de movilización y con espíritu deportivo, han emprendido esas organizaciones.

Todo este panorama configura  un nuevo escenario. Muy distinto. Amanece…

Correo de los viernes.

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