Todos debemos hacer sacrificios
rochatotal.
Por Elena Grauert.
Jamás imagine vivir una situación así. Quizás es el sentimiento de la mayoría de los ciudadanos del mundo, más para los uruguayos para quienes el COVID-19 era un problema de los chinos o los iraníes.
Cuando comenzó a verse en Italia, muchos abrieron los “ganchos” pero la mayoría no. Del viernes pasado en adelante, comenzó en el país una verdadera hecatombe que provocó la paralización del país en tres días. Algo único que realmente conmueve e impresiona.
Es evidente que la única forma de parar el contagio y que el sistema de salud no colapse es paralizar cuanto sea posible la actividad. Obviamente que determinar la suspensión de clases y que las oficinas públicas paren su actividad al 50%, causa un efecto fuerte en la circulación y tránsito de personas, logrando una semiparalización que es lo recomendado por salud pública. A esto sumamos el cierre de shoppings, cines, fiestas, teatros, lo cual tiene una incidencia inmensa en la economía y vida privada de las personas.
El costo es devastador y las consecuencias son impensables en términos económicos, ya que el parar la actividad se afecta a trabajadores unipersonales o pequeños empresarios que no tienen seguro por desempleo y su sustento es salir a la calle todos los días y vender bienes o servicios.
También trae consecuencias a quienes trabajan en forma dependiente dado que no es lo mismo el ingreso normal al subsidio por desempleo.
Pero quizás lo más preocupante es el impacto macroeconómico que va a tener, dado que ya estábamos frente a una recesión con problemas de déficit fiscal alto y ahora la necesidad implica que hay que gastar más. Desde más gasto en insumos sanitarios hasta en seguridad social.
El BPS tenía un déficit de U$S 800.000.000 y hoy esto aumenta dada la paralización y cantidad de trabajadores que pasan a seguro de paro por razones sanitarias. La peor de las hipótesis es la de despidos masivos por cierre de empresas, como se ha visto en otros países.
En estos momentos debemos seguir buscando luces en el camino. La reapertura del mercado de carnes de China, el acuerdo con Unión Europea o EE. UU. son lucecitas de esperanza, pero ninguno va a salvarnos del cimbronazo.
La solidaridad es fundamental. No abusar de los seguros por desempleo, asumiendo las empresas ciertos costos, como dar licencias pendientes o tratar de mantenerse sin recurrir al BPS. Incluso recurrir al teletrabajo o reducir la jornada laboral. Son formas de seguir manteniendo las fuentes laborales sin cargar a la sociedad. Son paliativos que pueden abordarse por acuerdo de partes, haciendo sacrificios todos, el empresario y los trabajadores.
Todas nuestras acciones hoy van a impactar en el futuro. La propia rapidez de la recuperación depende en gran medida de las decisiones que hoy tomemos, poniéndonos siempre en el lugar del otro y del todo, porque lo que no gastemos hoy sin duda será una ahorro e inversión de futuro.