Nuevo bipartidismo

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Por Julio María Sanguinetti.

La gran lectura que deja la elección departamental es la ratificación de que el Uruguay ha ido, paso a paso, a la configuración de un nuevo bipartidismo, formado por dos coaliciones. De un lado la ya tradicional coalición frentista y por otro, la nueva coalición multicolor, que ganó la elección nacional y se reiteró ahora, expresivamente, en los comicios del pasado domingo.

La coalición multicolor se expresó formalmente solo en Montevideo, donde no alcanzó para triunfar pero mostró brío y presencia, mejorando claramente lo que logró en la elección anterior la entonces llamada Concertación. En el resto, se produjo una corriente que potenció al Partido Nacional recogiendo, en muchos casos notoriamente, el aporte decisivo de ciudadanos de origen colorado o aun de algunos dirigentes que, más allá de la decisión partidaria de votar candidatos colorados, igualmente se volcaron a tratar de superar al Frente Amplio. Es el caso de Rocha y Río Negro, donde la exigua mayoría de los Intendentes blancos lo revela.

El Frente Amplio ratificó su mayoría en Montevideo y Canelones, pero perdió tres de las seis Intendencias que tenía hasta ahora. No es un hecho menor. Lamentablemente, se benefició de la situación en Salto y pudo retener esa administración que debió perder, pues la suma de los partidos de la coalición fue claramente mayoritaria.

Nuestro Partido Colorado ratificó su mayoría en Rivera, con un triunfo del Cr. Richard Sander, que revela la fuerza de un equipo de gobierno que comenzó con el liderazgo de Tabaré Viera, sus dos Intendencias, y siguió con las dos de Marne Osorio. Dirigentes excepcionales, con gran capacidad de administración, superaron incluso elecciones nacionales muy adversas, mostrando en lo local su enorme prestigio. Son un ejemplo.

En el resto del país los resultados del Partido Colorado no fueron todos los deseados. En Montevideo se volvió a la Junta Departamental, ahora con cuatro ediles. En varios departamentos se mantuvo, aproximadamente, el porcentaje de votación de la elección nacional, pero en otros el balotaje anticipado que hizo la ciudadanía, nos redujo. Este último efecto claramente se potenció en aquellos departamentos donde las candidaturas no fueron las de los reales líderes locales sino de sacrificados compañeros que merecen todo nuestro reconocimiento pero que no pudieron alcanzar una mejor representación.

Un caso especial fue Salto. Como dijimos una y otra vez, nuestro partido tenía una sólida chance y no le reclamábamos a la coalición nada especial, sino competir en igualdad de condiciones. No fue así, desgraciadamente, y pasó lo que más temíamos, que el Partido Nacional frustrara nuestra chance y no pudiera superar al Frente Amplio. No era casualidad que el Partido Nacional no hubiera podido alcanzar la banca de diputados en octubre. Ahora se reiteró esa circunstancia. No se trata hoy de expresar resentimientos sino de constatar hechos y entender que cuando se siembran vientos normalmente se cosechan tempestades.

Más allá de estas consideraciones, surgen ya especulaciones sobre las figuras personales de algunos candidatos que ascienden y otros que decaen, pensando en unas elecciones nacionales que están tan lejos que no tienen mayor sentido. Basta ver los alumbramientos y apagones ocurridos en estos pocos meses para entenderlo.

Como reflexión final digamos que, de este último episodio de la zafra electoral, tan anormal por las circunstancias en que ocurrió, no restan como saldo resultancias dramáticas. Sí queda claro que, para la coalición hoy en el gobierno, surge una gran agenda de mecanismos electorales de imprescindible análisis hacia el futuro. Confiamos en que un diálogo lúcido vaya iluminando esos necesarios derroteros. El Partido Colorado y el Partido Nacional participamos de la misma filosofía democrática y de la concepción de economía de mercado. Tenemos, sin embargo, ideas distintas de la institucionalidad republicana, de la laicidad del Estado, del rol del Estado en la vida económica y social, incluso matices diferenciales en la política exterior. Los tiempos imponen reflexión y acción, renovación de estrategias y afirmación de principios dentro de un nuevo mundo. Ojalá podamos, todos, estar a la altura de las circunstancias.

El futuro empieza hoy.