Reporteros si Fronteras clasifica libertad de prensa

rochatotal//Ricardo Méndez Molina

Reporteros sin Fronteras publicó su índice anual de libertad de prensa, que clasifica a los países respecto a si sus medios de comunicación están autorizados a operar sin censura ni intimidación.

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Libertad de prensa en América Latina

El ambiente en el que trabajan los periodistas de América Latina es cada vez más complejo y hostil. Quienes abordan temas delicados sufren cada vez más presiones, violencia e intimidaciones. En la mayoría de los países de la región se han emprendido grandes campañas de descrédito contra la prensa.

La edición 2020 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF) muestra un deterioro generalizado de la situación de la libertad de prensa en América Latina, con dos notables excepciones: Costa-Rica, que asciende tres posiciones y ahora se sitúa en el 7o lugar, y Uruguay, que conserva el 19o. La represión y la estigmatización de la prensa, nutridas por la desinformación y los ataques online, han adquirido nuevas dimensiones, sobre todo en los países que se enfrentan a grandes conflictos sociales.

La inestabilidad política y social como vector de ataques a la prensa

En toda la región se han registrado multitudinarias protestas y la cobertura de estas manifestaciones coloca a los periodistas en primera línea. Es el caso de Haití (83o), país que experimenta el mayor descenso en la Clasificación 2020: pierde 21 posiciones. Desde 2018 han proliferado en el país las protestas contra el presidente, Jovenel Moïse, implicado en casos de corrupción. Los periodistas haitianos suelen sufrir agresiones cuando cubren estas manifestaciones, a menudo violentas. Por otro lado, el asesinato del periodista Néhémie Joseph, ocurrido en 2019, muestra la preocupante espiral de violencia y la gran vulnerabilidad de los periodistas.

En Ecuador (98º,-1), durante las protestas por el giro neoliberal del gobierno del presidente Lenín Moreno –las manifestaciones contra la subida del precio de la gasolina– aumentaron las agresiones a periodistas, imposibilitando casi por completo el trabajo informativo. Lo mismo ocurrió en Chile (51o), que desciende cinco puestos en la Clasificación –en la edición anterior ya había perdido ocho–. Las violentas manifestaciones provocadas por el aumento de la tarifa del metro en Santiago de Chile, la capital, provocaron una ola de ataques y agresiones a periodistas y medios de comunicación.

En Bolivia (114o, -1) también se registraron numerosas agresiones y ataques a periodistas durante las protestas que estallaron tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2019, que provocaron la dimisión y el exilio forzado del presidente Evo Morales y sumergieron al país en una situación de incertidumbre e inestabilidad.

Argentina (64o) –país que pese a todo conserva una buena posición en la región–, cae siete lugares en la Clasificación de 2020. El motivo es la violencia policial y las agresiones a periodistas en las manifestaciones registradas en las mayores ciudades del país durante las elecciones que llevaron a la presidencia a Alberto Fernández, en diciembre de 2019.

Autoritarismo: los múltiples rostros de la censura

Desde que Jair Bolsonaro fuera elegido presidente de Brasil (107o, -2), en enero de 2019, el país ha caído aún más en la Clasificación. Por segundo año consecutivo, pierde dos posiciones. Un descenso que continuará mientras Bolsonaro, su familia y los miembros de su gobierno sigan insultando y humillando a algunos de los periodistas y medios de comunicación más importantes del país, fomentando un clima de odio y desconfianza hacia la prensa. En medio de esta tensa situación, los periodistas brasileños, y en particular las mujeres, son cada vez más vulnerables y suelen sufren los ataques de simpatizantes de Bolsonaro, sobre todo en las redes sociales.

Venezuela (147o) remonta un lugar, aunque esto se debe a otros movimientos en la Clasificación y no a una mejora. El autoritarismo del presidente, Nicolás Maduro, no cede y la represión del gobierno contra la prensa independiente se ha vuelto cotidiana y multifacética: detenciones arbitrarias; violencia de las fuerzas del orden y de los servicios de inteligencia; cortes de la conexión de internet y bloqueo de las redes sociales, o expulsión de periodistas extranjeros. Las autoridades también privan de frecuencia a las radios y televisiones críticas.

La prensa independiente de Nicaragua (117o, -3) sufre una suerte similar, asfixiada por la feroz represión del gobierno del presidente Daniel Ortega –reelegido en 2016 para un tercer mandato consecutivo– y sus simpatizantes. En 2019 aumentaron las detenciones arbitrarias, al igual que el exilio de periodistas. Debido a la escasez de materias primas (papel, planchas para rotativa…) orquestada por las autoridades, los diarios impresos del país casi han desaparecido del panorama mediático.

Cuba (171o), que baja dos puestos, se estanca en las profundidades de la Clasificación y sigue siendo el país peor clasificado de América Latina en cuestión de libertad de prensa. El régimen cubano, ahora dirigido por Miguel Díaz-Canel, sigue monopolizando casi toda la información y la Constitución aún prohíbe que exista prensa privada en el país. Además, en 2019 aumentaron los casos de detención y encarcelamiento de periodistas molestos para el gobierno.

 Complejos problemas estructurales

México (143o, +1), donde fueron asesinados 10 periodistas en 2019, sigue siendo el país más peligroso del continente para la prensa. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no ha logrado frenar la espiral de violencia contra los periodistas ni poner fin a la impunidad en que permanecen los crímenes cometidos contra ellos. En este país –como sucede con sus vecinos centroamericanos– persiste una complicidad de políticos corruptos y autoridades (sobre todo locales) con el crimen organizado, algo que va más allá del ámbito político y amenaza gravemente la seguridad de quienes se dedican a la información. En Guatemala (116o) y Honduras (148o, -2), los periodistas de los medios de oposición o comunitarios que se atreven a denunciar los actos de corrupción de los políticos suelen sufrir agresiones, amenazas de muerte, e incluso pueden ser asesinatos, por lo que a veces se ven obligados a exiliarse.

Lo  mismo se observa en Colombia (130o), que de nuevo desciende un lugar en la Clasificación. Desde que Iván Duque asumiera la presidencia, en agosto de 2018, se han recrudecido las agresiones, las amenazas de muerte y los secuestros de periodistas, debilitando aún más a la prensa y generando verdaderos agujeros negros para la información en el país.

Acoso en internet: doble presión

En América Latina, como en todo el mundo, las agresiones físicas a periodistas suelen estar acompañadas de campañas de acoso en internet emprendidas por ejércitos de troles y por simpatizantes de los regímenes autoritarios. Los métodos de censura digital proliferan peligrosamente y las mujeres periodistas se cuentan entre sus principales víctimas.

En este oscuro panorama, abundan los desafíos que se deben superar para que la situación de la libertad de prensa mejore en América Latina de forma significativa y durable. Mientras la prensa de la región no cuente con instituciones democráticas sólidas que garanticen la seguridad de los periodistas y apoyen el desarrollo de los medios de comunicación, estos se verán obligados a reinventarse, a encontrar nuevas soluciones y alternativas.