Se terminó el recreo?
rochatotal
Por Esteban Valenti.
Se puede decir que esa fue la columna argumental de la batalla de varios integrantes de la coalición multicolor en la campaña electoral: el fin del recreo. Después asumieron y luego llegó la pandemia y todo cambió. Ahora el 80% de los informativos de televisión están integralmente dedicados a hablar del coronavirus y a veces de llenar las dos horas y media de duración, repitiendo noticias, la misma noticia tres y hasta cuatro veces, incluyendo las imágenes. Y todos hemos desarrollando una enorme paciencia. Parece que lo único que pasa en el Uruguay y en el mundo es la peste y el peligro es que nos afecte nuestras capacidades mentales.
En medio de ese gigantesco y omnipresente recreo, llegó la LUC (Ley de Urgente Consideración) con sus 502 artículos y 259 páginas y dentro de menos de 40 días se tiene que haber pronunciado el senado y luego pasa a diputados, donde tiene 30 días más y si hay diferencias entre ambas cámaras la Asamblea General tiene otros 15 días. Así que en tres meses, máximo, algo debe ser aprobado o rechazado explícitamente. Llegó con las firmas de 11 ministros en lugar de 13, por “problemas administrativos” no la firmaron ni el Canciller Ernesto Talvi del Partido Colorado, ni la Ministra de Vivienda Irene Moreira de Cabildo Abierto. Y se terminó el recreo.
El oficialismo y la oposición deberán mostrar, su cohesión, sus argumentos, sus capacidades legislativas y políticas y su comunicación con la ciudadanía. Si alguien cree que la imagen de la lucha contra el coronavirus es transferible en un sentido o en otro, hacia esta importante batalla política, es un iluso. Ahora comienza a jugarse el partido principal de este gobierno.
Primero, de ahora en adelante todos los nuevos gobiernos, van a pretender presentar todo su programa electoral y gubernamental, en los primeros meses de su mandato en forma de LUC. La nueva LUC pasa a ser una nueva estrella en el firmamento político nacional.
Segundo, habrá un debate político, constitucional y sobre cada uno de los múltiples temas que incluyen el articulado de la LUC y uno de los temas centrales será el tema democrático, la preservación de las libertades, que estarán sometidas a disparos de cañones pesados oficialistas sobre el tema de la seguridad pública. Y será una batalla muy difícil, la más difícil para la oposición, porque aunque en la preocupación de los uruguayos la inseguridad pasó a un lejano cuarto lugar, después del coronavirus, del desempleo, de la situación económica, seguirá siendo un tema super caliente basado en el serio deterioro sufrido por la seguridad durante los gobiernos del Frente Amplio. Los multicolores, cuando se vaya calmando la peste y dispongan de las “mágicas” nuevas leyes contenidas en la LUC, se les terminarán los argumentos y deberán mostrar los resultados.
En este plano vital, porque tiene que ver con la calidad de la democracia y de nuestras libertades, la LUC deja realmente mucho que desear, para ser generosos. El artículo 11, por ejemplo, es un retroceso democrático muy peligroso y que deja un enorme margen a la arbitrariedad policial. No recuerdo nada parecido. Solo en la dictadura, donde para esas barbaridades no necesitaban ley, mejor no respetar ninguna. Y es un ejemplo, hay varios.
En el plano del volumen enorme de temas tratados en la LUC, será sin duda otro frente de debate, pero no se derrota ante la opinión pública – que es el único lugar donde el FA puede derrotar al gobierno y sus partidos – invocando hasta el hartazgo la constitucionalidad. Es necesario ser vigilantes, pero si bien sirve para acciones posteriores no es un tema atractivo y central entre los ciudadanos.
En materia económica, comercial, del Estado se concentran muchos temas, que enfrentan en algunos casos concepciones muy diferentes, se podía decir opuestas. Si eran diferentes antes del coronavirus y la crisis que estamos viviendo, el choque será todavía más duro. No solo por lo que la LUC incorpora a nuestra legislación, sino por lo que no tiene, lo que olvida. Prácticamente no tiene nada referido a la situación en que quedará, mejor dicho ya está quedando el país luego de la peste. Con una caída del PBI del 4.5% este año, con una déficit fiscal que superará los 8% o 9% al finalizar este año, con un crecimiento de la desocupación, de la pobreza, de la indigencia inevitable. En materia económica y fiscal la LUC NO MUEVE LA AGUJA. Y si antes era una carencia grave, aún en la visión liberal, en este nuevo mundo y este nuevo país post-peste, es una carencia muy grande. Veremos si el FA es capaz de dar una batalla con aportes, con seriedad y con liderazgos o solo basada en ampulosos discursos.
Después de la LUC vendrá la discusión del Presupuesto Nacional 2021 – 2025 y si queda algún vestigio de recreo político, se irá de vacaciones indefinidamente y entraremos directos en el choque entre los bloques. Y eso puede ser inevitable, pero no le ayudará mucho al país y sus urgencias.
La “nueva normalidad” ya se presenta casi sin expectativas, solo es un problema de plazos, porque el panorama, tanto por el oficialismo como por la oposición, parecen querer calcar el pasado, retornar a lo mismo, como si las señales en el mundo globalizado, en el desmoronamiento uno poco más de caída del Mercosur, en un comercio mundial que seguirá en cuarentena, al menos con grandes cambios que no serán solo en materia económica, sino en nuevas sensibilidades, nuevas tendencias culturales, nuevas ideas. El que delire creyendo que simplemente volveremos al pasado, no entendió que este es un escalón, de un largo proceso que incluye el peligro permanente de la salud, ante nuevas amenazas, y mucho peor el cambio climático y sus urgencias.
Todo lo mejor que emergió de nuestra sociedad durante la peste, se diluirá rápidamente y volveremos a la junta de firmas, a la judialización-constitucionalización de la política, al divorcio creciente entre ciencia y política y ni que hablar los temas permanentes de los discursos al borde de la democracia de algunos integrantes de Cabildo Abierto, o las nuevas acusaciones de actos inmorales y de desvíos del poder. De los que se fueron y de los que recién llegaron.
Nadie en su sano juicio y que conozca el Uruguay, su historia y su política podía creer que el “recreo” sería eterno, pero podía haber dejado señales, muescas profundas en el pensamiento, en la reflexión, en la comprensión de que las ortodoxias, de ningún tipo son válidas, ni siquiera las liberales, o especialmente las liberales. El Estado tendrá un papel como no tuvo en casi un siglo en el Uruguay o navegaremos en un caño. Un papel diferente del Estado, que no es simplemente el modelo Keynesiano, es mucho más, o debería ser mucho más y mejor.
Hay que saber que cuanto más dure el lastre que nos está dejando la peste, más difícil será salir y más profundas las cicatrices, podemos salir siendo mejores, pero no es ninguna obligación, también podemos ser peores.