Uruguay vota
rochatotal//
Por Esteban Valenti
Quiero confesar que al principio tenía toda la intención de votar en blanco, de repetir el gesto de las elecciones nacionales de finales del 2019. Como estoy seguro lo van a hacer varios de mis compañeros y amigos. Ahora tengo otra posición que voy a tratar de explicar y de explicármela a mí mismo.
En relación a las causas de fondo que me llevaron en octubre y noviembre del 2019 a votar en blanco no han cambiado, al contrario se han agravado. Lo más notorio es el vergonzoso comportamiento de la Presidencia de la República en el caso de la homologación de los tribunales militares del año 2006, si 2006!!! con las declaraciones del asesino Gilberto Vázquez reconociendo diversos crímenes y luego del tribunal del año 2019 a Nino Gavazzo. No me voy a extender sobre el tema, ya escribí varias notas, pero por cierto lo único que hacen esos episodios y las reacciones vergonzosas del presidente Tabaré Vázquez es agravar la crisis de expectativas y los rasgos negativos del balance del tratamiento de un tema clave como el de Verdad y Justicia. A lo que ahora se suman los vergonzosos viajes de Miguel Angel Toma a Roma y Washington con recursos públicos y acompañante injustificable.
Vázquez, Mujica y en menor proporción Astori siguen siendo las “voces” principales del FA y el FA se expresa cada tanto a través de la misma estructura raquítica de siempre. Raquítica en cantidad pero sobre todo en el espesor de su razonamiento político e ideal y en su incapacidad de hacer la menor autocrítica.
Las elecciones departamentales tienen dos significados simultáneos, acrecidos por la nueva fecha en la que se realizan a causa de la pandemia. Primero definen los gobiernos locales que tienen mucho que ver con nuestra vida cotidiana. Y para mí los próximos 5 años de mi relación personal con Montevideo, son muy importantes, no me quedan muchos años más. Y no puedo olvidarme que cada mañana me tropiezo con la limpieza o la mugre, con el tráfico y el estado de las calles, con la iluminación o la oscuridad, con el conjunto de acciones, obras, emprendimientos que marcan el alma de MI ciudad, de la que estoy muy agradecido y muy enamorado. No es porqué pasé, mejor dicho, viví casi 50 años, de gozar y sufrir Montevideo. No logro definir mi identidad y la de mi familia sin mis vecinos montevideanos, sin su rambla, sus plazas, su Cerro, su bahía, su y mi Malvín y La Teja de Codarvi y la Federación del Vidrio la FOIV, sus museos, sus grandes y pequeñas obras, sus boliches, su Tristan Narvaja, su Ciudad Vieja y muchas otras cosas que me permitirían escribirle una novela entera. No quiero sufrir Montevideo, quiero volver a vivirla.
Sé que se han hecho muchas cosas, algunas realmente importantes, bueno sería que en 30 años nos hubiéramos paralizado, pero la comparo con otras ciudades, incluso del Uruguay y tengo un gusto amargo, muy amargo. Hay demasiadas cosas que no solo se tienen que mejorar, sino que se deberían cambiarse a fondo. Y no quiero esperar otros 5 años.
Así que decidí arriesgarme y optar.
La segunda cosa que se juega en estas elecciones es un primer balance del proceso que culminó en la derrota del 2019. Los aplaudidores de todo y a pesar de todo, responsabilizan de la derrota a los que criticamos, a los que no aceptamos seguir por una ruta repleta de baches políticos, morales, sociales, culturales e ideales que pusieron en juego nuestra propia identidad de izquierda. La culpa siempre la tienen los otros, y no me refiero solo a los dirigentes, a los altos funcionarios carcomidos (no todos) por el sabor empalagoso del poder, me refiero al amplio sector de ciudadanos que han perdido totalmente el sentido de la crítica y de la exigencia de izquierda. Los gobernantes son “nuestros” y con ello se puede justificarlo todo.
Esta conducta que no ha tenido grandes cambios, porque Montevideo debía ser el escenario de una profunda y bien elaborada discusión autocrítica, la padeceremos y la veremos en esta elección departamental. Tendremos oportunidad de realizar el balance luego del 27 de setiembre.
Se ha perdido la oportunidad, con excepción de algunos muy pocos casos, de utilizar las elecciones de setiembre para una discusión a fondo de cara a los ciudadanos, que es como debe darse considerando que el FA sigue siendo el primer partido político de Uruguay.
Las señales, los mensajes, los primeros renglones de un relato se escribirán en estas elecciones.
Considerando estos factores, más la experiencia de estos casi siete meses de gobierno multicolor, que en realidad, han sido – y no solo por la pandemia – menos malos de lo que yo esperaba, menos de centro derecha que lo que se podía esperar, aunque con un factor muy negativo, el surgimiento y consolidación del partido militar, Cabildo Abierto. Tan militar como los discursos y las principales movidas políticas del senador Guido Manini y la cantidad de cargos ejecutivos ocupados por militares. De todas maneras y asumiendo los matices, no es la política y la política económica que yo apoyaría y me entusiasma para mi país, ni la voté. Eso no me impide mirar y juzgar con todos los matices posibles.
Considerando todos estos elementos he decidido, mejor dicho lo hemos discutido mucho con Selva, porque ella me aportó mucha información sobre el proceso en el Hospital Maciel (hace 15 años integra la Comisión Honoraria de Apoyo) que valía la pena jugársela apoyando al doctor Álvaro Villar.
No tuvo en su discurso, en sus posiciones una clara posición crítica con la actual situación, pero por lejos fue el que introdujo temas de cambios necesarios en sus propuestas, en su discurso que se ha ido refinando y precisando. Y por su trayectoria en el Hospital Maciel, por los resultados de haberlo transformado por lejos en el mejor centro público de salud, por su capacidad de liderazgo en una gran institución estatal, creemos que tiene las condiciones, no en el discurso solamente ni principalmente, sino en la política y en la gestión de promover un cambio en serio en Montevideo.
Es independiente de todos los grupos del FA, más allá de los que lo apoyan, y si en las elecciones nacionales el FA hubiera encontrado una figura realmente independiente y representativa de los valores y la trayectoria de la izquierda uruguaya, y no la reiteración de las mismas caras de siempre emparentadas, soldadas al poder, otra hubiera sido la historia.
En Montevideo va a ganar el Frente Amplio, por razones que se remontan a la historia socio-política-ideológica de la capital y de su relación con la izquierda y ese es un factor más para participar y darle fuerza a un cambio. Los otros candidatos que presenta el FA son la más absoluta seguridad de que todo seguirá igual o peor, bastante peor. No solo por la señal de que solo el poder logra reproducirse en el FA, sino porque el predominio de fuerzas como el actual vestigio del PS y el actual PCU son la seguridad de que el futuro del Frente Amplio tiene un horizonte muy acotado, no solo electoralmente sino en todos los planos de su elaboración política, ideológica, programática y cultural, a lo que agrego lo que Alfredo García en Voces definió con mucha valentía y precisión, de colocar una emperatriz en el sillón del intendente. Es comprometer todavía más el futuro de la izquierda uruguaya.
No es una batalla fácil porque el arco multicolor eligió una formidable adversaria, que en muy poco tiempo, viniendo de afuera de la política demostró su capacidad intelectual y política y su garra. La pelea en serio, no se achica con encuestas y tradiciones. Laura Raffo.
Obviamente que los uruguayos votamos en todo el país y que el balance tendremos que hacerlo con todos los resultados, con Montevideo, Canelones, en los departamentos que gobierna el FA (Rocha, Paysandú, Salto y Río Negro) y también en las señales que recibiremos de todos los restantes departamentos y sus factores locales y nacionales.
A partir del 28 de setiembre habrá mucha tela que medir, cortar, coser para todos los sectores, partidos políticos periodistas y analistas en Uruguay. Trataremos de hacer nuestro aporte.