Balance del Frente Amplio. ¿Autocrítica o justificación?

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Por Esteban Valenti.

Lo básico, lo fundamental, sobre todo a esta altura de la historia del Frente Amplio, 49 años, es definir desde que perspectiva se debe realizar un balance autocrítico y trazar nuevas perspectivas.

La autocrítica era un reclamo que surgía de la realidad, de los resultados obtenidos en las recientes elecciones 2019 y 2020 y de un sector muy importante de la izquierda uruguaya. No puedo evaluar cuantos, porque hay muchos que se han hecho totalmente inmunes a todo tipo de críticas. Así es y así debe seguir, los culpables son siempre otros. O directamente los adversarios, que cumplen su papel.

Lo fundamental es definir – es obviamente mi opinión – que lo que se propone el FA no es volver atrás en la historia, ni justificarse, ni dejar cómodos a todos los involucrados en el poder y sus alrededores, sino construir nuevamente las bases para cambiar el país, para mejorar en serio y de forma sustentable ambientalmente y socialmente la vida de nuestra población y ampliar derechos y libertades, fortaleciendo la democracia, incluyendo la verdad y la justicia. Y reconstruir una épica y una ética del cambio

La autocrítica no puede surgir solo por los resultados electorales, la referencia deben ser los objetivos históricos y dinámicos de la verdadera izquierda.

Eso implica romper con esa mirada internista, dedicada a los equilibrios entre el gobierno y el FA, y dentro del Frente, entre los diferentes sectores, que crecen en número de manera exponencial, hasta llegar a presentar en las elecciones en Montevideo 66 listas! Y una de ellas totalmente tramposa, las 6009. Mirar desde la gente, no de forma indistinta, sino bien definida, desde las bases sociales, culturales e ideales del bloque de los cambios. Cambios hay siempre, me refiero a los cambios progresistas, de izquierda y en constante avance.

Y el avance se mide en lo cotidiano y en lo estratégico porque ayudan de manera constante a la calidad de vida de los uruguayos y los habitantes de este país.

Tomamos como referencia el documento elaborado por una comisión del Frente Amplio y que encontrarán el texto completo al final de esta nota. Parto de la misma definición de que se trata del inicio de una discusión y no de un documento concluido. Este es un primer aporte de un apóstata, asumo mi condición, aunque algunas de las críticas que están en ese documento fueron formuladas hace varios años e ignoradas olímpicamente. Y la oportunidad en política es fundamental.

Sobre la situación latinoamericana, el retroceso en casi todos los países, tiene dos componentes, el aprendizaje y la ofensiva de la derecha y por otro lado los errores y la soberbia de una izquierda que por primera vez llegaba a los diversos gobiernos y se consideró inmune a todos sus males. Y pagó un alto precio.

Sobre la parte internacional del documento no tendría mucho que agregar, excepto en dos aspectos críticos y fundamentales. Primero, de esta pandemia saldremos con un mundo muy diverso, con nuevos problemas que no se resolverán a nivel nacional, sino global y que requieren de la izquierda una reflexión profunda, sobre los cambios en el tema ecológico, el cambio climático, con otras urgencias y con nuevos interrogantes sobre la relación entre la producción y la naturaleza. Ese nuevo mundo, puede retroceder todavía más hacia una economía de la riqueza sin límites y del otro lado una pobreza todavía más insultante, o elaboramos, proponemos, luchamos por nuevas formas de organización social y del trabajo, lo que implica disponer no de una descripción o de gritos de protesta sino de una base teórica y política adecuada y no con un conjunto de frases hechas y repetidas que cumplen una suerte de exorcismo.

Esta definición tiene directa relación con el programa y con algo mucho más profundo, con el Proyecto Nacional, que se nos fue quedando por el camino y que este gobierno obviamente va en otra dirección.

La segunda observación es que para que nadie se moleste en la interna no se dice una palabra sobre el rotundo fracaso de Venezuela y Nicaragua, y en otro nivel de Cuba. No son exactamente lo mismo, pero son claramente la demostración práctica de lo que no se debe hacer en materia de modelo de desarrollo con mayor justicia y libertad. En particular en el caso de Venezuela y Nicaragua estamos hablando de regímenes opresores, dictatoriales y violadores de los derechos humanos. De los que el FA sigue sin decir una sola palabra. Ese fue también uno de los motivos de que mucha gente con años de adhesión e incluso de militancia se alejó del FA. Y están directamente relacionados con la corrupción.

Las tensiones entre los Estados Unidos y China son un factor central del actual panorama mundial y regional. Independientemente de quien gane las elecciones en EE.UU. Aunque la victoria de Trump sería una nueva tragedia global.

No debemos copiar ni tomar a nadie como referencia, pero no son las mismas relaciones con los Estados Unidos con el TIAR y sus permanentes tendencias desestabilizadoras, que con China. El Mundo ha cambiado y seguirá cambiando y nosotros tenemos que hacer opciones para seguir cambiando y para participar de ese nuevo mundo. Esa perspectiva está ausente.

La victoria del 2004, no comenzó a construirse a partir del 1999, es un reduccionismo que se expresa con serios errores en el análisis posterior. Fue un largo camino de 35 años, donde tanto la fuerza política, como los líderes que fueron tomando sus posiciones, a partir de Seregni (no se lo menciona una sola vez) como también de los otros fueron asumiendo posiciones definitorias. No nos hagamos los desentendidos. Fue un proceso constante de acumulación de fuerzas.

En cuanto a los líderes me refiero a Tabaré Vázquez, con toda su complejidad, ni que hablar de las contradicciones pero del papel de José Mujica y de Danilo Astori y de una generación de dirigentes a los diversos niveles.

El triunfo del 2004 fue una combinación de los méritos del FA en su labor de oposición seria y fundada, de 20 años posteriores a la dictadura y que acumulaba los valores de su resistencia al régimen, su épica, su ética y sus heridas. De un programa y un discurso bien elaborado y desplegado en toda la campaña y de una acumulación que primero nos llevó al 1989 (intendencia de Montevideo), a 1994 con un crecimiento muy importante en la votación, a la continuidad de ese crecimiento social, político y también de presencia territorial en 1999 y los cinco años previos que nos depositaron en el 2004, incluyendo la actuación durante la crisis del 2002-2003, aunque hayamos cometido errores, como la idea del default, que logramos superar a tiempo y con el aporte de Astori.

A todas esas condiciones, con una estructura militante en ascenso, hay que agregar los errores y las derrotas de nuestros adversarios, comenzando por la crisis, las tensas relaciones entre blancos (que dejaron a Batlle en medio del río) y los colorados. Aprovechamos muy bien esas condiciones, no a partir solo de las críticas, sino de la elaboración propia.

Teníamos una experiencia acumulada en el gobierno de Montevideo y en el conjunto de la labor política muy importante, y la aprovechamos muy bien en la campaña, en los discursos, en las relaciones con el conjunto de la sociedad. Y ganamos muy bien, en lo nacional y en diversas intendencias en todo el país. El FA salía de su reducto montevideano.

En esa victoria hay muchas lecciones para analizar los errores posteriores.

En el conjunto de los tres gobiernos del FA, pero con diferentes acentos logramos algo fundamental, la credibilidad sobre el país de los propios uruguayos, sin lo cual hubiera sido imposible desarrollar un Proyecto Nacional y el segundo gran mérito que ni siquiera sé menciona y representa un cambio profundo en la propia izquierda, es su profundo y arraigado espíritu democrático. En 15 años de gobierno, no solo no se afectó la democracia, sino que se la fortaleció, con más derechos y el pleno funcionamiento de las instituciones. Y ese es un factor clave.

Uruguay fue uno de los pocos países que tuvieron a principios del siglo XX un Proyecto Nacional, que entró en decadencia en los años 50 y que nos arrastró hasta la dictadura de 1973-1985 y que sin desconocer los importantes cambios democráticos, ninguno de los gobiernos posteriores (Sanguinetti, Lacalle, Sanguinetti, Batlle) no lograron construir ese Proyecto, sólo manejaron la decadencia, incluido de la propia democracia, antes de 1973.

Además de desplazar del gobierno a las fuerzas tradicionales (170 años) con sus familias y prohombres, sin duda se consiguieron resultados importantes, en el plano de la economía (crecimiento), de los indicadores sociales, con reformas que están bien señaladas en el documento. Pero que no tuvieron ni continuidad y en algunos casos rigurosidad y en otros nos paralizamos y retrocedimos. Y que en determinado momento se paralizaron e incluso en el plano de la economía quedamos flotando y si capacidades de reacción y pagando el alto precio de los errores.

Y no se trata de hacer una descripción cronológica sino analizar y darle respuesta a la sucesión de graves errores. Sendic Presidente de ANCAP y su fracasado plan político empresarial y las pérdidas multimillonarias; Sendic vicepresidente, y un año para renovar el directorio de ANCAP del desastre, Aratirí, Puerto de Aguas profundas, regasificadora, Pluna. Para tomar los casos más sonados y desastrosos y la cobertura que le dio el FA y el gobierno. ¿Fueron una casualidad? No fue una embriaguez del poder y de los sillones y un manejo irresponsable de los dineros públicos. Una pérdida de las referencias, aunque no todos hayan sido iguales, la imagen que transmitieron en su conjunto fue pésima.

La hipertrofia del Estado y el aplastamiento de la “madre de todas las reformas”, tiene además de la desidia, una base profundamente ideológica.

La debilidad y facilonguería que en muchas dependencias del Estado con la que se manejaron los recursos se agrega el impacto en un aspecto fundamental, la verdadera cultura del trabajo y no sus declamaciones. Retrocedimos, confundiendo eso con un avance social y sindical.

En dos frentes claves, la inseguridad y la educación (incluyendo la declaración de servicios esenciales en la educación) tuvimos sonadas derrotas y perdimos la confianza de la gente, de los estudiantes a todos los niveles, de los docentes, los verdaderos, de los padres y de la sociedad. Y no hay izquierda sin educación pública de calidad, y no la tuvimos, aunque hayamos invertido mucho más que los anteriores gobiernos.

Otro aspecto que en 15 años debía haber cambiado mucho más radicalmente es el tema de la vivienda, acumulamos un cerco de pobreza, de fractura social en las condiciones básicas de vida en la zona metropolitana. Aquí, donde ganamos las nacionales y las municipales…

Pero no se trata de medir las cosas solo en votos, sino en integrar a la sociedad, en resolver los problemas más agudos y angustiantes de una sociedad y de las familias. Es cierto se construyó un sistema de salud nuevo y diferente, que emergió con toda su importancia durante esta pandemia, pero también allí faltó autocrítica oportuna con la acumulación de errores y desordenes.

El cambio fundamental que hay que considerar actualmente  es que no solo se detuvo la acumulación de fuerzas, sino que comenzamos a replegarnos, no de manera catastrófica, pero con un cambio de tendencia que debe ser la principal preocupación.

Es cierto, por primera vez se entró en los cuarteles, se buscó a los desaparecidos y se accedió a mucha documentación. Claramente queda mucho, pero muchísimo por hacer. Y ahora nos enteramos de tribunales militares deshonrosos, homologados sin controlar de lo fundamental. Desde el 2006. Y una carencia notoria – a pesar de pomposas declaraciones – carecimos de una política de auténtica democratización de las FF. AA. Y de allí nació Cabildo Abierto. A 35 años de la dictadura y 15 de gobiernos del FA. ¿Habrá que interrogarse más a fondo sobre este tema?

El FA no actuó igual que los partidos tradicionales, pero eso no lo exime de grandes carencias y de un manejo muy peligroso del tema militar.

Queda pendiente para otra nota lo referente al declive del FA como organización política y de la unidad como consigna fundamental para cambiar y no para disputar el poder y los sillones. También el tema de las relaciones con el interior del país, en especial analizar la experiencia de Salto, la relación con el campo y los cambios operados en los diferentes sectores sociales y en particular el mundo del trabajo, que no abarca solo a los asalariados  y otros temas que abordaremos en otras notas.

Es un grave error considerar que la crítica y su indivisible componente de la autocrítica solo debe emplearse rigurosa y profundamente cuando las cosas van mal, debe ser una herramienta permanente, parte fundamental de la identidad de la izquierda.

El documento del FA apenas abre la puerta. Si realmente inicia un debate en serio, donde cada actor opina públicamente lo que muchas veces se dice en los rincones de los aparatos, podrán salir muchos temas importantes. De lo contrario será una justificación, más que una autocrítica.

PD. También corresponde un análisis de la propia campaña electoral, que si bien no define por si sola un resultado, tiene sin duda su importancia. También escribiremos sobre ese aspecto, que está contenido en el documento.