Un choque frontal a la uruguaya

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Por Esteban Valenti

Los que la mayoría creyó imposible – me incluyo – se logró en un impulso final impresionante: se superaron las 800 mil firmas para realizar un plebiscito sobre 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). El gran protagonista fue el pueblo uruguayo, siempre pronto a dar sorpresas.

Este dato implica un cambio político de gran importancia en un panorama que venía bastante aplanado, con un gobierno cómodo, manejando la pandemia, con sus ritmos y su más absoluta y total arbitrariedad, incluso desoyendo opiniones profesionales muy destacadas y del propio Grupo Asesor Científico Honorario (GACH). En una casualidad de la historia…el mismo día que se hizo el acto de homenaje-despedida al GACH se entregaron en la Corte Electoral las firmas recogidas contra la LUC.

Y el manejo de la pandemia, más allá de las duras polémicas de los últimos meses, incluyendo una interpelación parlamentaria, le era muy cómodo al gobierno. Las cifras que nos colocaron entre los 10 peores países del mundo en los indicadores de la peste, no afectaron en nada al gobierno, siguió impertérrito por su ruta y por otro lado mientras todos los datos económicos y sociales (caída del PBI, del empleo, de los salarios y jubilaciones, aumento de los índices de pobreza y miseria) con la sola excepción del aumento de las exportaciones, tampoco afectaron la imagen y el apoyo ciudadano al gobierno. Según las encuestadoras, rondaba el 60% y allí se mantenía.

A ello cabe agregar que sin ninguna base real y legal, violando la Constitución y dos leyes muy claras de 1992 (Puertos) y 2008 (Competencia) el gobierno entregó por decreto presidencial sesenta años de manejo indiscriminado de los contenedores en el puerto de Montevideo a la empresa belga Katoen Natie. La entrega de una de las llaves claves de la economía y la logística nacional, que no tiene precedentes históricos, porque se le agregó la última palabra en el Reglamento de atraque. Y nada, críticas, opiniones contrarias incluso dentro de la colación de gobierno y el gobierno inmutable. Se viene, como correspondía una interpelación.

Ahora todo ha cambiado, o mejor dicho todo puede cambiar, no es obligatorio, como casi todas las cosas de la política. Con la convocatoria al plebiscito sobre los 135 artículos de la LUC se iniciará un debate en serio, ante todo el país, sobre muy diversos temas y en realidad sobre la estrategia y la política de este gobierno, incluso más allá de la propia LUC.

El choque se basará en la capacidad de argumentación, información, explicación de parte de ambas partes sobre diversos temas, y sobre la marcha del país y su rumbo.

Incluirá aspectos legales y constitucionales, sobre los límites o no, que debe tener una LUC hasta incluir casi 500 artículos con los más diversos temas, pero lo más importante serán los contenidos, de la propia ley y sus cuestionados artículos como la orientación general del gobierno. Este último aspecto es inevitable.

La LUC es la clave de toda la política del gobierno, se complementa y se integra tanto con el Presupuesto Nacional, como con la Rendición de Cuentas. Además de marcar un nuevo método, que no había sido previsto o expuesto de forma abierta cuando se creó la LUC: el agrupar en tiempo y en contenidos los ejes principales de la política de un gobierno. Este que asumió el 1 de marzo del 2020, llevó esta condición de la LUC al extremo, con las únicas limitaciones – pocas por cierto – que le impusieron sus socios de la Coalición Multicolor.

Por ese rumbo arrollador siguió avanzando, tanto en los contenidos, como en las migajas entregadas a sus socios, como en ocupar todos los cargos posibles en el gobierno, desplazando figuras independientes e incluso integrantes de los otros partidos. El último ejemplo es el director de Uruguay XXI, Jaime Miller de Ciudadanos, Partido Colorado por Sebastián Risso del riñón blanco del gobierno. Y van…?

No es un empuje, un arranque, es una política que tiene claramente el objetivo de imponer en el país una polarización absoluta entre el Frente Amplio por un lado y el Partido Nacional del otro. Las demostraciones, tanto políticas, como ideológicas y del discurso son muchas y muy claras. Las encuestas son la demostración más categórica y aunque estamos lejos de las próximas elecciones, el objetivo es claro: consolidar la polarización a costa de sus propios socios en especial del Partido Colorado y naturalmente con el dominio total del Herrerismo dentro del Partido Nacional.

Una de las habilidades políticas en el debate, de parte de los adversarios de la LUC, debería tratar de no igualar, de no facilitar la labor “unificadora” que el gobierno tratará de imponer. No será tarea fácil, pero hay que hilar fino. Hay mucho por tejer, porque en política nunca hay que ayudar a los adversarios. Y hay mucha tela por tejer, basada en realidades, en tradiciones, y también en intereses diferentes. Del otro lado, los defensores de la LUC tratarán de blindar a todo el gobierno y sus partidos.

El que ya largó con todo, como no podía ser de otra manera, fue el ex presidente Julio María Sanguinetti, concentró todas las baterías en el tema de la seguridad, ya comenzó a disparar. Resolver esa contradicción entre los derechos y la seguridad será una de la claves para ganar el plebiscito por parte de los opositores. No del Frente Amplio, porque los que se oponen a la LUC no es solo el FA, es un amplio espectro de fuerzas sociales, de organizaciones diversas y hay que evitar de todas maneras que impongan el eje de la batalla: gobierno vs. Frente Amplio.

No se puede pretender argumentar e informar sobre 135 artículos, la otra clave es seleccionar las prioridades para dar el debate, para explicar, para obtener opiniones calificadas. Políticas, técnicas, profesionales, sociales y culturales. Pero hay que hacer una síntesis, clara y precisa: los 135 artículos plebiscitados de la LUC pretenden imponer un retroceso histórico en derechos y en avances sociales, que son la negación de la historia uruguaya, que vista en su conjunto permitió una acumulación positiva que hizo progresar al país.

El gran debate es sobre seguir avanzando, seguir progresando, seguir siendo Uruguay, o retroceder y abrir las puertas envejecidas del pasado.

El gobierno actual ganó las elecciones y nadie lo niega, incluso que aplique políticas diferentes a la de otros gobiernos, pero no debemos resignarnos a que en aspectos claves de la vida social y democrática, esas políticas sean un serio retroceso.

La LUC, en la mayoría de sus artículos fue votada por todos los partidos, eso demuestra la sensibilidad democrática, la diferencia con otras realidades nacionales de la región, muy diversas, pero no por ello debemos aceptar un repliegue general en las conquistas sociales, democráticas y culturales, incluso algunas previas a los gobiernos del FA.

Los errores, las insuficiencias, las debilidades que sin duda tuvieron los gobiernos del FA en sus 15 años, no invalidan los avances y conquistas que se expresaron en cifras muy contundentes y claras. El periodo más prolongado de crecimiento nacional y de mejora en los indicadores sociales. No se trata de reivindicar todo lo que hizo el FA en sus gobiernos, no es eso lo que está en discusión. No se trata de una pre-campaña electoral del 2024, es un plebiscito histórico donde los uruguayos ejercen su derecho a discutir a fondo el rumbo del país, los derechos conquistados y la posibilidad de seguir avanzando. Es decir la identidad misma del Uruguay, el progreso, el avance.

A partir de ahora deberemos desmenuzar los artículos cuestionados de la LUC en concreto, pero reafirmando los centros y el eje principal del plebiscito.

Juntar 800 mil firmas – que corresponde a un porcentaje insólito para convocar un referéndum –  en otros países alcanza con el 10% – hacerlo en medio de una pandemia, con miles de activistas enfermos, en cuarentena o en situaciones peores, durante todo el proceso, es una confirmación más de la fuerza democrática de los uruguayos.

Las fuerzas populares en el Uruguay tienen amplia experiencia en birlar los cercos informativos y de los medios, no dejarse atrapar en el lamento y encontrar los caminos adecuados, que además son parte de la defensa de la democracia y del país con la mayor libertad de prensa del continente y uno de los más libres en el mundo. Esperemos que siga por ese camino y si no habrá que luchar. Ya sabemos que llorar no resuelve nada.

Una parte de los que firmaron, con un alto sentido democrático, lo hicieron para facilitar, para posibilitar el debate, pero posiblemente apoyen toda la LUC, pero eso no debe ocultar que hay cientos de miles de ciudadanos que se jugaron por esta batalla y son una fuerza ciudadana formidable para el plebiscito.