Sindicatos y partidos políticos

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Por Esteban Valenti

No hay una regla general, solo una larga experiencia histórica acumulada sobre la relación entre los sindicatos y los partidos políticos, en especial de izquierda. Ese problema surge ahora con fuerza ante la perspectiva de candidatos a ocupar la Presidencia del Frente Amplio, concretamente Fernando Pereira, actual Presidente del PIT-CNT.

En Uruguay hay una larga experiencia de cuadros sindicales que desempeñaron relevantes papeles políticos y parlamentarios, sin remontarnos muy atrás, José D´Elía un referente fundamental de la unidad y de todo el proceso sindical, que fue elegido candidato a la Vicepresidencia de la República por el FA en 1984, acompañando en la fórmula a Juan José Crotoggini.

En la creación misma del FA figuraron diversas y destacadas figuras sindicales, como Héctor Rodríguez, Enrique Rodríguez, el propio D`Elia y a nivel parlamentario Wladimir Turiansky, Gerardo Cuesta y otros.

Posteriormente a la dictadura, la lista de dirigentes sindicales que jugaron destacado papel en el propio FA y en sus gobiernos es muy amplia y por temor a olvidar alguno, no los voy a mencionar uno por uno. A nivel internacional, el caso de Luiz Inacio LULA da Silva dos veces presidente de Brasil es posiblemente el caso más enigmático, sobre todo porque posiblemente ocupe ese cargo por tercera vez.

En Europa los sindicatos con una fuerte influencia socialista, socialdemócrata o comunista, en España, Italia, Gran Bretaña, Alemania, Poloniay diversos países han tenido desde hace muchas décadas una estrecha relación y un trasiego de cuadros dirigentes muy importante. En los EE.UU. la AFL-CIO está relacionada de múltiples maneras con el Partido Demócrata, incluso en su propia estructura de delegados electores y de contribuyentes.

Por lo tanto en Uruguay en este momento no se está inventando nada nuevo, si bien es cierto que en este caso se trataría de pasar de la Presidencia de la central obrera a la del Frente Amplio.

Los problemas existen en ambos agrupamientos, aunque de naturaleza diferente. A nivel sindical es notorio que Pereira juega y ha jugado un papel de equilibrio y de estabilidad muy importante, pero no hay dudas que existe un número importante de cuadros dirigentes forjados en la central y en los sindicatos y en un ambiente de debate, de elaboración política (no partidaria) e incluso ideológica y cultural intenso y rico que lleva muchos años. Eso no los ha eximido de cometer errores, incluso algunos similares a los que se produjeron en el Frente Amplio durante los 15 años de gobiernos nacionales.

En el Frente Amplio actualmente uno de sus principales problemas, pero de ninguna manera el único, es la falta de una figura independiente, reconocida por un amplio sector de fuerzas integrantes del FA, con capacidad de conducción, inteligencia política y tradición militante que contribuya a esta difícil trayectoria que está afrontando la izquierda uruguaya, y que tiene pendientes muchos problemas, que no se han resuelto – como algunos creen – con la recolección de las firmas para el referéndum contra los 135 artículos de la LUC. Alguien que además de ser aceptado, acepte el viajecito de arena muy gruesa…

La famosa palabra “autocrítica”, que ya parece un tabú o una vara mágica, no es principalmente un análisis crítico profundo y sin recortes sobre el pasado, sino una autocrítica sobre el futuro, sobre la capacidad de elaborar una línea política integral, en el plano programático, parlamentario, de iniciativas políticas, de ampliación de la cantidad y la calidad de las relaciones sociales y culturales, de relaciones regionales e internacionales, de modernización y democratización del aparato del FA para ponerlo realmente al servicio de una nueva y más ambiciosa etapa de cambios para el país, en un mundo que emergerá con nuevos problemas y desafíos de esta pandemia y de sus impactos múltiples. Y de en forma creativo ampliar y profundizar las relaciones con los sectores intelectuales y de la cultura y con todo el territorio nacional, ciudades, pueblos y campo.

Combinar esos dos planos de la autocrítica, pasado y futuro no es una labor solo intelectual, se deberá afrontar en medio de la lucha política con un conjunto de fuerzas políticas y sociales que están desplegando toda su capacidad, su inteligencia y su tenacidad y muchas cosas que aprendieron de sus errores del pasado para imponer su programa y su predominio político y cultural.

La mejor definición la dio en estos días la presidente de la Federación Rural Mónica Silva cuando declaró  que defenderán la LUC: “Vamos a tomar partido por nosotros” Pocas palabras y claridad total de clase, ese es precisamente el centro del debate, “ellos mismos”, es decir los grandes intereses económicos nacionales.

Esa confrontación dialéctica y civilizada, pero confrontación al fin es lo que se ha ido desdibujando, incluso durante el último gobierno del FA y el peligro de tratar de reconstruir esas alternativas a lo bruto, con consignas y griteríos y sin la capacidad de diferenciar los intereses y los proyectos incluso dentro de los productores nacionales, de la ciudad y del campo y sus intereses inmediatos y a medio y largo plazo, es un serio peligro.

El Frente Amplio nunca fue ni será un frente obrero, no solo por razones de amplitud y de su propia historia, sino por sus objetivos, no se puede cambiar el Uruguay solo a partir de una visión obrera o sindical, se necesita recomponer con audacia y mirada profunda un nuevo Proyecto Nacional para estos nuevos tiempos y luego del pasaje de este gobierno que ya está mostrando descarnadamente sus grandes objetivos restauradores y de retroceso en diversos planos políticos y sociales.

Las acusaciones permanentes de la derecha de que el FA y el PIT CNT son prácticamente lo mismo deberían haber quedado desmentidas a lo largo de los 15 gobiernos del FA, la independencia de clase se expresó y se explayó ampliamente y no en declaraciones, sino en luchas, en debates, en diferencias y en prioridades diversas. Pero para la derecha esas “sutilezas” nunca serán suficientes, aunque tengan ejemplos cercanos de connivencia corporativa totalmente diversa entre el movimiento sindical y los gobiernos y partidos. En Uruguay el proceso fue muy diferente y nos tenemos que congratular, incluso los casos de excesos y de simplificaciones, son preferibles a las “correas de transmisión” que nunca funcionaron.

En este caso no se trata de un debate o un análisis abstracto, sino bien concreto con nombre y apellido y las preguntas deberían dirigirse en ese sentido.

¿Pereira es una figura nacional de prestigio en el ámbito político y social del país a la altura de prestigiar y fortalecer la imagen y el peso del Frente Amplio?.¿Tiene capacidad demostrada de  comunicación con la ciudadanía, con las organizaciones de la sociedad civil, con la prensa, con los adversarios e incluso con el propio gobierno nacional? Estos son tiempos en que la política y la comunicación son indivisibles.

¿Tiene la experiencia necesaria para articular adecuadamente la madeja en la que se ha transformado el Frente Amplio con decenas de partidos y formaciones diversas que no tienen una clara justificación en sus diferencias políticas o ideológicas?

En el Frente Amplio siempre que creció y avanzó e incluso resistió en las peores situaciones, se combinaron y se fortalecieron diversidades y un creciente sentido de unidad de principios, de objetivos y de valores y no la enorme zanahoria del poder ocupando todo el horizonte. ¿Pereira puede contribuir a construir en este tiempo nuevo ese clima de debate, de elaboración conjunta y de síntesis, sin dejar por el camino principios en aras de intereses del poder y de una mala entendida unidad?

¿Conoce suficientemente al Frente Amplio o su experiencia es exclusivamente sindical?

Naturalmente hay una condición sine qua non, que es el nivel de apoyo que logre concitar entre las diversas y principales fuerzas políticas y cuadros del FA y entre el pueblo frenteamplista. También los adversarios.

Del otro lado queda la situación del PIT – CNT y sus delicados y complejos equilibrios internos, que hoy no son un problema porque sus integrantes y sectores lo han logrado resolver no sin un gran esfuerzo y el aporte particular de sus principales cuadros, no solo de Fernando Pereira.

Este último elemento sin duda se ve de diferente manera desde ambas orillas del problema la pregunta es ¿Dónde hay que colocar las fuerzas y los cuadros principales en este momento tan particular para las fuerzas de izquierda y populares? No se resuelve solo con buena voluntad y consignas.

La izquierda por si mismo se ha puesto frente a sí, también por sus carencias y debilidades políticas un problema muy importante, que algunos traten de resolver con la manida frase de que nadie es imprescindible, por la velocidad con la que el tema y la posibilidad ha corrido por todo el escenario nacional, es sin duda un serio y muy importante problema para la izquierda uruguaya, como lo será elegir un candidato a la Presidencia de la República que esté a la altura. Es decir a una altura muy elevada.