Los populistas del mundo, su estrategia de comunicación
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En una breve, pero interesante columna para la revista Nexos el sociólogo mexicano Rubén Aguilar Valenzuela analiza las claves de la estrategia de comunicación de los populistas.
Se contemplan 23 mandatarios populistas: nueve en América, cuatro en Europa, cuatro en Asia y seis en África. En el caso de nuestro continente, la lista incluye a Andrés Manuel López Obrador (68 años), presidente de México; Daniel Ortega (76) y Rosario Murillo (70), presidente y vicepresidenta de Nicaragua; Nayib Bukele (40), presidente de El Salvador; Nicolás Maduro (58), presidente de Venezuela; Jair Bolsonaro (65), presidente de Brasil; Alberto Fernández (62) y Cristina Kirchner (68), presidente y vicepresidenta de Argentina; y a José Pedro Castillo (52), presidente de Perú.
En Europa, los líderes a considerar incluyen a Viktor Orbán (1963), primer ministro de Hungría; Boris Johnson (1964), primer ministro de la Gran Bretaña; Janez Janša (1958), primer ministro de Eslovenia; y Miloš Zeman (1945), presidente de la República Checa.
En Asia, por otro lado, la lista incluye a Recep Tayyip Erdo?an (1954), presidente de Turquía; Narendra Damodardas Modi (1950), primer ministro de la India; Rodrigo Duterte (1945), presidente de Filipinas; y Prayuth Chan-o-cha (1954), primer ministro del Reino de Tailandia.
Finalmente, en África los líderes a considerar son John Pombe Joseph Magufuli (1959-2021), presidente de Tanzania (murió en marzo de covid); Andry Nirina Rajoelina (1974), presidente de la República de Madagascar; Paul Barthélemy Biya’a bi Mvondo (1933), presidente de la República Federal de Camerún; Évariste Ndayishimiye (1968), presidente de la República de Burundi; Issayas Afewerki (1946), presidente de la República de Eritrea y Salva Kiir (1951), presidente del Sudán del Sur, el país más jóven del mundo.
Lo común en el marco de la gran estrategia
A pesar de las grandes diferencias en la historia, la geografía y la cultura de la que provienen estos mandatarios, todos comparten claramente ciertos elementos. Quiero subrayar que no sólo son semejantes sino iguales, y que no importa si se dicen de izquierda o de derecha. En los populistas de América, Europa, Asia y África distingo en el campo de las estrategias operativas entre coincidencias totales y parciales. Las primeras las comparten todos y las segundas sólo algunos. Estas son:
Coincidencias totales
Capitalizar a su favor el malestar y la indignación ciudadana frente a la corrupción de los gobiernos anteriores y los altos niveles de inseguridad en sus países.
Explotar un nacionalismo primitivo y emocional. Para eso utilizan la historia patria, la aprendida en la escuela, y recurren a los héroes oficiales. Celebrar el pasado mítico de sus países.
Presentarse como los “salvadores” de sus países, como líderes de una “revolución” que va a transformar las estructuras. Nadie más puede realizar esa tarea. Han sido designados por fuerzas superiores para cumplir esta tarea histórica.
Anunciar el “glorioso” futuro que espera a sus países bajo su gobierno. Presentarse como los únicos garantes de llevar a su país a la grandeza que merecen.
Hacerse pasar como hombres del pueblo. Vienen de él y a él se deben. Son sus únicos y verdaderos representantes. Son su encarnación. Nadie más que ellos pueden gozar de ese privilegio.
Hablar de que la nación y su proyecto de gobierno están amenazados y que es necesario defenderlos. Insistir en que está en juego la identidad nacional.
Culpar al pasado de todos los males. No asumir las consecuencias de sus actos. El pasado siempre es el responsable de cualquier mal.
Polarizar a la sociedad con un discurso maniqueo de buenos y malos. Se promueve la confrontación entre los de “arriba” y los de “abajo”.
Crear enemigos imaginarios, que supuestamente atentan contra su persona y proyecto. Los acusan de golpistas y atentar contra la patria.
Acusar a la oposición de “traidora” y de servir “a oscuros intereses extranjeros”. Ellos no son verdaderos patriotas.
Violentar sistemáticamente la libertad de expresión. Agreden y descalifican a los medios y periodistas que no piensan como ellos y que no apoyan su proyecto. Plantear el falso dilema de si no estás conmigo, estás contra mí.
Rechazar de manera sistemática la más mínima crítica de cualquier actor social. Son intolerantes. Presionar e incluso perseguir a periodistas, intelectuales, científicos, artistas, líderes de la sociedad civil e integrantes de la oposición.
Relativizar la ley y ponerse por encima de la Constitución. Descalifican y minimizan a los otros poderes del Estado y a los órganos autónomos. Concentran el poder en su persona.
Utilizar sistemáticamente la mentira o las verdades a medias. Tiene otros datos. Construyen una realidad alterna o paralela a la que realmente es.
Ejercer un intenso “activismo mediático” para siempre estar presente en los medios. Utilizar diversos mecanismos para tener una comunicación directa con sus bases sociales y simpatizantes. Uso intensivo de las redes sociales.
Plantear que luchan contra la corrupción cuando algunos de esos países y gobiernos están calificados como los más corruptos del mundo. Hablan del éxito en esa lucha cuando es evidente su fracaso.
Asegurar que luchan contra la inseguridad cuando la evidencia indica lo contrario. Algunos de estos países son reconocidos por sus altos niveles de violencia y crímenes dolosos. De una u otra forma está presente la violencia política.
Coincidencias parciales
Presentarse como antisistema pese a que todos han sido siempre parte del sistema político de sus países.
Reelegirse de manera permanente. Han cambiado las constituciones para que sea legal. Recurren al fraude electoral.
Utilizar la religión en razón de sus intereses políticos. Acercarse a los sectores conservadores de las expresiones religiosas de las que ellos forman parte.
Despertar simpatía y adhesión de sus seguidores a través de mecanismos que los hacen populares y empáticos.
Promover a “intelectuales orgánicos” que construyen y difunden una ideología hegemónica.
Actuar siempre de manera pragmática y cambiar su ideología y principios en razón de sus intereses y su proyecto.
Plantearse como dueños de una supuesta superioridad moral. Sus bases doctrinales y principios propios son superiores a las de sus “enemigos”.
Establecer una relación clientelar con los sectores populares a través de la entrega directa de dádivas sociales a nombre del líder.
Dirigirse solo a sus bases y simpatizantes. Los demás no existen. Le dicen siempre lo que quieren oír. No importa que lo dicho no sea cierto.
Promover el culto a su personalidad a través de múltiples mecanismos.
Actuar de manera antidemocrática y represiva. Arrestar y juzgar a dirigentes políticos opositores a quienes se les acusa de diversos delitos en contra de la nación y la paz, o por incitar al odio.
Utilizar las instituciones del Estado para investigar y golear a sus adversarios a los que califican de enemigos.
Rechazar la migración porque los migrantes son potenciales delincuentes y también porque atentan contra la identidad nacional.
Minimizar la gravedad y los efectos de la pandemia bajo argumentos de tipo religioso o conspirativo.
El origen de las semejanzas
Ya se dijo que existen grandes diferencias en la geografía, la historia y la cultura de los países de origen de los mandatarios que se han analizado y, en razón de lo mismo, entre cada uno de ellos. A pesar de esta evidente realidad, se encuentran muchas semejanzas en las estrategias operativas de comunicación, en la manera de comunicarse y de entender y ejercer la política.
El sistema político que impera en los países que gobiernan los populistas, sean de derecha o izquierda, establece la más importante de las diferencias. No es lo mismo un sistema democrático que uno autoritario o dictatorial. Hay gobernantes populistas en esos sistemas. Los que viven en un país democrático tendrán al término de su mandato dejar su cargo, pero los dictadores seguirán en el poder.
Hay diversos análisis que señalan que los gobernantes populistas, sean de izquierda o derecha, comparten ciertas características de personalidad, como ser narcisistas y egocéntricos. En razón de eso se asumen como únicos y especiales, se ven como superiores a los demás y son incapaces de aceptar la crítica. El que no se les reconozca los frustra y molesta.
Más allá de estas características de la personalidad está que el populismo, como la democracia o las dictaduras donde quiera que se practiquen, tiende a ser semejante a los otros que existen. Hay una lógica interna al modelo que, una vez que se adopta, funciona bajo sus propias reglas. En independencia de esta consideración de carácter general quedan muchas preguntas por responder para explicar las semejanzas en realidades tan distintas.