La Agonía de una Democracia
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La inclusión de una obra escrita por el ex Presidente Sanguinetti en la bibliografía recomendada de los programas de Historia de 9° grado, generó controversia entre los representantes de la izquierda política y sindical. Argumentan que Sanguinetti carece de distancia crítica, por narrar sucesos históricos de los que fue parte. Sin embargo, ninguno de estos ilustrados críticos es capaz de rebatir los argumentos presentados en la obra. En el fondo, les duele la verdad histórica.
La semana pasada, en el marco de la reforma educativa que se viene desarrollando desde la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), el Codicen hizo público el programa preliminar para abordar la asignatura de Historia en 9° grado. En el documento, las autoridades educativas agregaron como bibliografía recomendada para los docentes el libro del ex Presidente Julio María Sanguinetti, “La Agonía de una Democracia” (Taurus, 2008). El libro del actual Secretario General Colorado, figura en una lista de más de 20 obras de autores nacionales que abordan el período histórico que desembocó en la dictadura cívico-militar (1973-1985).
Como era de esperarse, la izquierda política y sindical puso el grito en el cielo. Los iluminados sindicalistas de la educación y algún que otro legislador frenteamplista en busca de un minuto de fama, cuestionaron que un libro escrito por Sanguinetti fuera incluido en la bibliografía; por supuesto, sin aludir a ningún motivo de recibo. Simplemente, pretenden censurar la obra porque la escribió un dos veces Presidente de un partido que no es el Frente Amplio. Al menos eso parece, ya que ninguno de los voceros de la izquierda cuestionó el contenido del libro, único motivo valido para suprimirlo de los contenidos educativos.
Los mismos que durante la última década y media impulsaron, denodadamente, una enseñanza de la historia sesgada hacia la izquierda, con héroes (ellos) y villanos (los otros), se escandalizan. Algunos tuvieron hasta el descaro de anteponer argumentos basados en el respeto de la laicidad. Sí, los mismos que hacen campaña política en los centros educativos e invocan su condición docente con fines proselitistas, los que ocupan los edificios destinados a la enseñanza y pintan en las fachadas con consignas partidarias. Un descaro sin límites.
Quizá no haya momento más oportuno para recordar un informe publicado nada menos que en el Boletín del Instituto Nacional de Evaluación Educativa en el año 2015, que da cuenta del sesgo con el que el Frente Amplio y los gremios de la educación reformaron los programas educativos cuando la izquierda ingresó al gobierno nacional.
El trabajo “Análisis de los procesos de formulación curricular en Uruguay durante el período 2006-2008: subsistemas de educación primaria, secundaria y técnica” llevado a cabo por Guillermo Ferrer y Flavia Caldani, da cuenta, en primer lugar, que “…la motivación principal detrás de los cambios de programas fue la necesidad de diferenciarse de las administraciones educativas anteriores a través de nuevos programas“. También, se asegura que en la elaboración de esos programas “…estuvo exclusivamente en manos de docentes, e incluso fue explícito el rechazo a que participaran técnicos y especialistas en diseño curricular.” Finalmente, “existe en todas las reformulaciones una resistencia a basarse en los datos aportados por las evaluaciones de aprendizaje a la hora de pensar una reforma curricular“.
Pese a su extensión, un párrafo del informe merece citarse completo: “A partir del análisis documental y de las entrevistas realizadas, se puede afirmar que las motivaciones para el cambio curricular en la educación primaria fueron de índole principalmente política e ideológica. Aunque el programa vigente hasta el año 2008 demandaba ajustes y actualizaciones en su contenido, el discurso que prevalece en las voces de autoridades del sistema destaca la necesidad de emitir un mensaje de cambio que se hiciera visible a través de nuevos programas oficiales. Este cambio implicaba, principal y explícitamente, el desmantelamiento y reemplazo de las políticas e instrumentos desarrollados durante la década de los noventa. Esa década se describe asociada, en la mayor parte de los entrevistados, a un modelo conservador y neoliberal que promovió un corrimiento del Estado respecto de sus responsabilidades centrales, que alentó la privatización de los servicios públicos y que dejó en manos de expertos y tecnócratas el diseño y ejecución de las políticas públicas en general, y las de educación en particular. Aunque esa visión no es unánime, es predominante entre los actores que impulsaron las reformulaciones“.
No queda duda, entonces, quiénes son los adoctrinadores. Siendo así, la verdadera razón de este arrebato censurador -no se le puede llamar de otra manera- contra Sanguinetti se encuentra en la propia obra. La realidad puede ser dolorosa, pero es la única verdad. Lo que más les molesta es que el libro demuestre, con evidencia irrefutable, que el Frente Amplio, como partido, y la CNT, como central sindical, que nunca habían condenado la violencia guerrillera, se adhirieron al golpe en febrero de 1973 soñando con un gobierno “peruanista” al estilo de la dictadura militar encabezada por el general Juan Velasco Alvarado, quien desde Lima se declaraba antiimperialista, nacionalista y reformista agrario. Luego, cuando las tendencias de derecha tomaron las riendas, la izquierda se bajó rápidamente del carro. Sí, es cierto que muchos de esos sectores -que inicialmente se dejaron seducir por los militares- fueron brutalmente perseguidos. Eso fue después. Hay que contar la historia entera.
En fin, lo del título…
Fuente Correo de los Viernes