La parálisis del medio camino…
Rodrigo está paralizado. Ex-ejecutivo de una multinacional, supo dar la vuelta al mundo vendiendo cosas que sentía falsas, malas, que no aportaban a un mundo mejor.
Por una parte, se da cuenta que no quiere volver a ser quien era, habiendo abandonado su trabajo. Por otra parte, todo el sistema familiar le indica que debe volver a ese lugar. Siente que no lo desea, aunque no tiene argumentos racionales. También presiente muy fuertemente las amenazas más o menos veladas de quienes lo rodean, para que vuelva a ocupar su sitio: “estás raro”, “dejate de embromar con esas ideas”, “no ves que todo el mundo hace eso”, y hasta amenazas de su mujer de dejarlo si persiste por ese camino…
La corporalidad de Rodrigo es clara. Apagado, de voz cansina, que suena lejana.
Desde el razonamiento, también tiene identificadas muchas situaciones y razones. Desgranando un poco la situación, y cómo la vive, aparece lo que llamo “el borde de la caja”: las creencias, suposiciones, limitaciones y temores, los mandatos adquiridos. En un extremo, Rodrigo se ve haciendo algo que le gustaría, en un país lejano 10.000km de su hogar. En el otro extremo, una familia que le demanda quedarse a su lado, y seguir haciendo lo de siempre. ¿Qué hacer?
En cierto momento, puedo darme cuenta de mi propia parálisis. Explorando aquí y allá, yo mismo estaba paralizado. ¿Qué hacer con tamaño paquete? ¿Dónde estaba la energía para el cambio? No sentía que avanzáramos hacia ningún lado.
Y el aquí y ahora siempre me da esa claridad que siento luminosa. En ese aquí y ahora está (otra vez) la parálisis que Rodrigo logra construir, ahora en mí.
Cualquier animal frente al temor de otro que lo amenace, al percibir una ruta de huida, sin duda huirá, evitando la confrontación. Si es acorralado, seguramente batallará. Pero cuando no tenga clara la ruta de huida, ni esté tan acorralado para batallar, seguramente se paralice y trate de pasar desapercibido. ¿Qué hacer? ¿Tendré fuerzas? ¿Estaré en lo correcto?…
Tomar contacto con esto y digerirlo es parte del trabajo de Rodrigo. Darse cuenta sobre cómo construye alternativas tan pero tan antagónicas y polarizadas, que no permiten elegir un rumbo ni luchar, también es parte de la forma en que ha logrado poner las cosas. Acaso para volver al niño que necesitaba del padre autoritario que le dijera por dónde conducirse, camino que supo abandonar en la adolescencia.
Con el miedo presente, teniendo más clara la forma en que logra plantear las cosas y paralizarse, Rodrigo tiene ahora la oportunidad de ir construyendo alternativas de futuro que no sean tan distantes, tan en blanco y negro, y comenzar a explorar grises, que le permitan abrir la puerta del cambio.
Paso a paso, comenzar a salir del lugar no deseado.
El coaching, es una herramienta poderosa para poder iluminar y darnos cuenta de cómo hacemos lo que hacemos, y cómo no hacemos lo que no hacemos, permitiendo generar nuevas opciones.
@2013 Gustavo Nisivoccia