Mano a mano, el encuentro que mueve.

En códigos de lenguaje corporal, cualquier objeto que se interpone entre dos personas opera como escudo o coraza.

Históricamente, el ser humano ha ido desarrollando formas de protección personal frente a su entorno, desde las cavernas hasta nuestros días. Vestimenta, frente a las inclemencias del tiempo, y también adminículos frente a los riesgos del enfrentamiento en las jornadas de cacería y también de guerra: cueros gruesos primero, escudos y metales después, hasta chalecos anti-bala hoy en día, ha sido constante la búsqueda de elementos de protección, que interpongan un “algo” frente a nuestro corazón y el otro amenazante.

 

En situación cotidiana, no es menos cierto que una simple taza de café sostenida frente al pecho, puede operar como barrera de protección psicológica en una reunión de trabajo. Brazos cruzados, sostener una carpeta contra el pecho y tantas otras barreras operan en el mismo sentido.

En coaching, si hemos de construir confianza, estas formas de establecer barreras no han de pasarnos inadvertidas, debiendo tomarse recaudos para no interponer inútilmente obstáculos entre el coach y su cliente. 

  • Por eso, el encuentro mano a mano, el que acerca y nos expone apenas como dos seres humanos trabajando mancomunadamente, no admite interferencias.

Puede suceder -claro está- que el cliente busque su protección inicial, tras brazos cruzados u otras formas de asegurar su resguardo frente a un proceso que se inicia, posiblemente lleno de incertidumbre y temor. Lo que no sería aceptable, es que el propio coach genere las barreras, ya que estarían yendo en contra del objetivo de generar confianza, paso indispensable para el trabajo productivo y fructífero.

Es por todo lo anterior que me resulta tan desatinado y llamativo, que en la tira En Terapia, el terapeuta (Peretti) y también en la sesión de supervisión (Aleandro) cuenten con una mesita llena de objetos, interpuesta entre ayudador y ayudado. Acaso haya sido la libertad del decorador del set de grabación, me temo que instaure una imagen que no es ideal. Entre el coach y su cliente: nada.

@2012 Gustavo Nisivoccia

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