La escucha que cura

Todas las personas cargamos con nuestros problemas, como podemos. A veces los compartimos de forma más o menos abierta, otras veces los ocultamos.

 

Leyendo “The secret life of pronouns” de James Pennebaker, el autor analiza lo que las palabras dicen de las personas, o sea, lo que decimos de nosotros mismos a través del lenguaje que utilizamos. Entre los hallazgos interesantes, el autor señala que el hecho de compartir problemas se relaciona luego con la salud física y mental de las personas.

Es más, no alcanza con contar una historia una y otra vez, sino que las historias que resultarían curativas son aquellas en que las personas van cambiando el ángulo, variando su enfoque con el tiempo.

En el caso de historias contadas una y otra vez de la misma forma, no operan sobre la salud de la persona, en tanto son especie de sellos prefabricados, de monocordes relatos invariables. Una especie de “historia oficial”, que no conmueve a quien la relata, sino más bien que carga con una explicación o racionalización confirmatoria de sus lugares conocidos.

Conocemos estas posiciones en coaching, las personas justifican sus creencias, su zona de confort, y ahora sabemos, no es bueno tampoco para su salud.

Por otra parte, los problemas en que hay vergüenza o sufrimiento, muchas veces son ocultados, con un comprobado alto costo para la salud de quien lo hace.

Entonces, me doy cuenta que aquí hay gran valor para la tarea del coach:

 

  • Por un lado, habilitando el relato de las historias de dolor, desde la escucha empática. Eso ya es bueno.
  • Otro aspecto, sería permitirse jugar e indagar en la historia, facilitar que quien la vivió la vaya revisando desde diversos ángulos, no necesariamente siempre el mismo. Alli intervienen la actitud curiosa del coach, al decir gestáltico, y el poder de las preguntas.
  • Por último, este tema de compartir y escuchar expone con crudeza la necesidad de establecer la confianza con el cliente, de habilitar el compartir historias sin juicio alguno. Poder desentrañar los “peores” relatos, los más duros, los casos de abuso moral, sexual, o de otra índole; los casos de desgarro, de humillación, de sufrimiento de las personas.

 

Ese tipo de temas son los que si llegan a encontrar en el coach un camino para su expresión, van a producir los mayores beneficios para la salud psico-emocional y también física, del coachee. Acaso por aquello que siempre afirmo, no es tan importante lo que pasó, sino lo que hago con ello.

Crecer, desarrollarse, alcanzar objetivos, son aspectos claros para el coach. NO menos importante es que estos movimientos sean hacia mayor bienestar o salud de las personas, hacia lugares más plenos y de más desarrollo.

Esta lectura me reconfirma la confianza en mi rol, donde el hecho de escuchar, con respeto y sin juicio, ya es en sí mismo una herramienta que colabora con la salud de las personas, base de un desarrollo pleno, auténtico, armónico. Y también con tener confianza que las “peores” historias, en la medida que se abren camino y salen de las entrañas, dejan espacio para el verdadero desarrollo personal.

@2013. Gustavo Nisivoccia


“The secret life of pronouns, What our words say about us”. James “. Pennebaker, Bloombsbury Press, 2011.

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