Yo, la peor de todas…

 

La justicia argentina acaba de condenar a la ex Secretaria de Medio Ambiente de la Nación durante el gobierno de Carlos Menem, a cuatro años de prisión. María Julia Alzogaray fue hallada culpable de irregularidades en la privatización de la empresa estatal telefónica ENTEL. Que en el idioma de los mortales comunes puede significar que se vendió la empresa a un precio infame,  se la otorgó a algún amigo, de esos del alma que dejan un espacio vacío cuando se van, o que se cobró una bonita suma de plata en concepto de coima al licitador ganador, justamente para dársela a un precio infame porque era su amigo del alma. Y dejó varios bolsillos llenos.

 

La otra posible opción es que se haya vendido la empresa a un precio infame a un completo desconocido, cobrando una bonita suma de plata en concepto de coima, porque esa es la norma habitual en esta clase de negocios en el mundo de la mayoría de los gobiernos argentinos.

Cuyos funcionarios tienen necesidades materiales que cubrir que los ciudadanos comunes que los pusimos allí votándolos en las elecciones, no tenemos. En su defensa diré que los funcionarios de los gobiernos argentinos que no fueron votados en elección democrática alguna, hacían exactamente lo mismo.

Exactamente lo mismo, es decir, ser condenada por ilícitos durante su gestión como funcionaria menemista, le ha pasado a María Julia en dos juicios anteriores. En el único que zafó fue en el de la causa de los sobresueldos. Sueldos que se metían en sobres (de ahí el nombre, ¿viste?) y eran repartidos  entre los esforzados funcionarios de alto rango por un cadete, en vez de ser  depositados como se debe en la cuenta bancaria de los susodichos.

El problema era que si hallaban a Alzogaray culpable de haber recibido y aceptado encantada el reajuste salarial en negro, iban a caer unos cuantos colegas suyos, por no decir la mayoría, incluyendo al entonces presidente de la Nación, rodando por los pasillos de los tribunales y atosigando a los jueces, la justicia en ese caso decidió que eso no era verdad. O que no podían probarlo. Y la absolvieron, para alegría y alivio del resto de la corporación menemista.

María Julia tiene más juicios que afrontar por otras irregularidades que supuestamente cometió. Lo que a mi me parece extraño es que ella sea la única funcionaria de alto rango que ha sido enjuiciada, condenada, metida en cana, y vuelta a enjuiciar y condenar.

Se diría que esta elegante e inteligente  mujer, era la jefa de una banda integrada por ella sola (ja) que robó a manos llenas sin que nadie a su alrededor y mucho menos Menem y el resto de los ministros y secretarios, se dieran cuenta.

Y acá me tomo un ratito para elaborar sobre eso de: -“Elegante, e inteligente mujer…”- porque ya estoy sintiendo llegar a la jauría de lobos que está por saltarme al cuello.

Elegante: lo era y lo es aún. Cosa que molestaba mucho dentro del entorno menemista, tanto hombres como mujeres, que no lo eran tanto.

Inteligente: Si bien se podría argumentar que no lo fue tanto al dejar la UCEDE para saltar al menemismo, y ser la única que está pagando los platos rotos de ese maravilloso gobierno que al parecer nadie votó, María Julia es una mujer sumamente inteligente.

Cuando contestaba preguntas sobre su área a la prensa, lo hacia explicando claramente tal o cual decisión o emprendimiento a realizar, con datos precisos y sin mandar fruta como lo hacían la mayoría de los otros funcionarios. Y acá no hablo de que aclaraba que cobraban tal o cual coima por tal o cual licitación otorgada. Es inteligente, pero no mascaba vidrio ni caminaba sobre brasas candentes. A pesar de haberse quemado hasta las pestañas.

También podía contestar sobre otros temas concernientes al gobierno de Menem, detalle no menor si tomamos en cuenta que los demás funcionarios, por lo general jamás lo hacían. Ya que apenas sí podían hablar de su área específica. También era educada y cortés con la prensa. Cualquier periodista que haya tenido el dudoso placer de entrevistar al entonces Ministro del Interior Carlos Corach, a la dulce directora del PAMI, Matilde Menendez, por nombrar a algunos de los funcionarios menemistas, sabe a qué me refiero.

Así pues, retomo el tema  original de este artículo. Creo que  María Julia es el perfecto chivo, o más bien cabra expiatoria, para hacer ver que la justicia está actuando rigurosamente contra los desmanes, afanos, corruptelas y todo lo demás que significó el menemismo. En sus dos gobiernos. Esos que nadie votó.

La odian los de la UCEDE porque los traicionó y se fue con el, para ellos, impresentable de Menem. Por más que Menem haya hecho lo mismo que hubiese hecho la UCEDE. Pero más que nada, los ucedeístas la odian porque llegó al poder.  Y no les tiró ni una migaja de las sobras de la mesa del festín.

La odian los radicales, los peronistas, los socialistas, los independientes y los varios partidos de izquierda. La odia gran parte del ciudadano común, tal vez más por portación de apellido que otra cosa, pero la odia al fin.

Pero me parece que su pecado principal es ser una mujer inteligente que tuvo poder. No importa si abusó de ese poder o no. Probablemente lo haya hecho. Como el resto de los funcionarios menemistas y muchos  de otros partidos políticos que tuvieron ese poder. Y posiblemente, como algunos funcionarios dentro del gobierno actual. En Argentina el espectro político está formado por halcones y no por palomas. Por la simple razón de que los halcones se comieron a las palomas.

Pero es harto sospechoso, como dirían los chilenos, que la única funcionaria condenada a prisión y que ya haya estado presa por otra causa, sea María Julia.

Tal vez porque, tal como en la antigüedad, las mujeres inteligentes y con poder, eran consideradas brujas.  Y como tales, eran enviadas y quemadas en la hoguera.

 

Lilly Morgan Vilaró

 

 

  

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