Ética frenteamplista
rochatotal
La intolerancia, el autoritarismo, considerar al otro un “enemigo” al cual destruir incluso en términos personales, está naturalizado en la cultura frenteamplista y se manifiesta con sus dinámicas brutales en cualquier ámbito.
Por Julio María Sanguinetti
Se han dado estos días algunos episodios que podrían considerarse menores si, en su recurrencia, no fueran reveladores de algo que está en la conversación diaria pero difícilmente se habla en público: la intolerancia maccartista que cultiva el Frente Amplio, en todos los ámbitos donde pueda expresarse, sea el medio artístico, oficinesco, sindical o universitario. No se trata de algo formal, resuelto por las autoridades; es como un hábito instalado desde sus tiempos de intransigentes opositores y que, en estos 15 años hegemónicos, pasaron a ser una poderosa arma de presión.
Vayamos a los casos.
La profesora Adriana Marrero —que además es una frenteamplista histórica— acaba de renunciar a su cargo de Profesora Titular Grado 5, en régimen de dedicación total, en el Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, a raíz del “acoso” intelectual y administrativo sufrido. Su carta de renuncia es por demás expresiva y afirma que “no es posible aquí pensar, producir conocimiento, divulgarlo ni expresarlo con libertad”. En ella describe una larga historia académica de 30 años, que ha sido sistemáticamente desconocida en los últimos tiempos, impidiéndole investigar, cortándosele los recursos, o aun sancionándola simplemente por no inclinarse ante el dogma imperante en la Facultad. Ha publicado artículos y libros de su especialidad, textos importantes, pero luego fue censurada por no compartir la tesis dominante de “la negación de la capacidad transformadora, que efectivamente tiene el funcionamiento del sistema educativo”. Es una vieja tesis socialista, que estima que sólo un planteo revolucionario puede transformar la sociedad por medio de la lucha de clases.
En otro orden, el comunicador Orlando Petinatti, participando de un programa gastronómico en TNU. hizo una humorada sobre una larguísima entrevista, de casi 10 minutos, que el periodista Fabián Cardozo, como movilero del canal oficial, le había hecho a los Ministros María Julia Muñoz y Jorge Basso y al Presidente de ASSE Marcos Carámbula. El tal movilero se enojó con Petinatti, lo calificó de “vulgar, ordinario y chabacano”, a lo que éste, a su vez, calificó de “periodismo militante” la entrevista de Cardozo. En esas circunstancias, la Asociación de la Prensa Uruguaya se consideró obligada a emitir una serie de tuits en contra de Petinatti, donde cuatro veces lo nombra, no por su seudónimo periodístico, por el que es unánimemente reconocido, sino por sus apellidos “Nieuchowicz Abramovich”, tratando obviamente de subrayar su origen judío. Petinatti le contestó con altura, diciendo que era muy feliz con su origen, pero que ese retintín de repeticiones, cuando a Galeano no se le dice Hughes, a Cristina Moran, Iris Fariña o a Jorge Traverso, Schubert Pérez, como son sus nombres y apellidos, revelaba la evidente intención de mostrarlo en esa condición de judío. Repetidos y repetidos esos apellidos, bien lejanos a los habituales apelativos españoles o italianos, mostraban claramente la hilacha.
Es evidente la intolerancia que esta Asociación de la Prensa practica y, muy especialmente, la de estos periodistas-funcionarios que están viviendo la irritación de todo frentista al verse alejar, lentamente, el horizonte de su comodidad burocrática.
Episodio resonante también ha sido la increíble reacción contra el cantante Lucas Sugo, un músico de gran calidad y resonancia popular, que cometió la osadía de amenizar un acto de la fórmula nacionalista. En este caso es realmente grotesca la actitud frentista, porque si hay un ámbito en que el oficialismo ha ejercido una influencia política absorbente y excluyente ha sido ese, con cantantes, músicos y actores rumbosamente contratados. Basta ver el aviso pautado en la televisión, donde sale cuanto artista existe para organizar un coro panfletario en contra de la coalición “multicolor”.
A raíz de esta situación se ha recordado una columna de Claudio Paolillo de mayo de 20l16, en que, basándose en las respuestas brindadas por el Ministerio de Turismo a un pedido de informes del diputado colorado Adrián Peña, se comprueba que —por ejemplo— el dúo Larbanois – Carrero recibió de los dos primeros gobiernos frentistas $ 9:400.000, lo que equivalía a unos 400 mil dólares de la época… Eso fue solo el Ministerio de Turismo. No se cuenta Antel ni la Intendencia de Montevideo, ni otros posibles auspiciantes oficiales. Y estos músicos, con sus letras, de modo rotundo, hacían propaganda frentista… y participaban de los actos y la publicidad del Frente Amplio. Pero no fueron solo ellos: Numa Moraes, Braulio López, Pepe Guerra, Ruben Rada, Daniel Viglietti, Jorge Drexler y algunas murgas… se llevaron cantidades incluso mayores.
Como se aprecia, el compañero Gramsci ha sido bien leído por los frentistas. O aun sin saberlo, instintivamente, movidos por la conveniencia, instalaron una hegemonía cultural como base de su dominación. Arropados en una presunta superioridad ética, hoy abrazados a las dictaduras populistas como antes lo estuvieron a las comunistas, apostrofan y persiguen. Golpean y golpean y, al final, ablandan. Hay que ser muy duro para soportar ese asedio. Petinatti ha resistido. La profesora Marrero bajó la guardia. Lucas Sugo esperemos que pueda continuar con su exitosa estela de canciones. Pero la lucha es realmente difícil. Y el terrorismo verbal un arma poderosa. Esta es también parte de lo que está en juego el próximo 24 de este noviembre que esperemos sea realmente histórico.