No hay caso…

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Por Pablo Mieres/ Ministro de Trabajo y Seguridad Social

No hay caso, ya han pasado tres años y el Frente Amplio sigue teniendo dificultades para digerir su situación de haber perdido el poder y expresa un sorprendente nerviosismo y apuro por endilgar al gobierno toda clase de males e infamias, sin tener el más mínimo decoro o cuidado por la institucionalidad democrática.

Desde el comienzo, cuando habían pasado apenas unas semanas de comenzado el período de gobierno, la oposición impulsó de manera hostil un “caceroleo” insólito y obviamente fracasado. A los pocos días, lanzaron su crítica enfervorizada al camino emprendido con respecto a la pandemia, a pesar de que fue de las mejores gestiones a nivel internacional reconocida en el mundo entero.

No demoraron mucho tiempo más en generar un escándalo reclamando por la vacunación que una vez que comenzó la campaña fue una de las más rápidas y completas del mundo.

Enseguida, y en paralelo, la oposición promovió una campaña de firmas y, en marzo de este año, impulsó un referéndum contra la LUC fundado en una campaña de mentiras que no ha tenido ningún antecedente en nuestra historia política por la cantidad de falsedades y barbaridades que la sustentaron.

Este episodio terminó con la ratificación popular de la norma impulsada por el gobierno y aprobada por el Parlamento.

Sin embargo, ante la dificultad de encontrar un punto de ataque, en estos últimos meses la oposición ha elegido atacar de manera agresiva y desproporcionada al gobierno sobre dos episodios que, sin duda, son situaciones muy condenables, pero en las que hasta el momento, no se ha probado la participación o responsabilidad de ningún jerarca del gobierno.

Nos referimos al pasaporte otorgado al narcotraficante, Sebastián Marset y a la actuación delictiva de Alejandro Astesiano, quien estaba asignado como responsable de la seguridad personal del Presidente.

En ambos casos, las investigaciones están a cargo de la Justicia y entendemos que es imprescindible ir hasta las últimas consecuencias en la determinación de las responsabilidades que correspondan. En ese sentido, debe ser muy claro que tales responsabilidades deben establecerse sean quienes sean los responsables.

Hasta la fecha las actuaciones judiciales, en ambos casos, avanzan de acuerdo a las normas jurídicas y las reglas del debido proceso y esperamos que ambas alcancen los resultados que satisfagan la justicia en nuestro país.

Sin embargo, los dirigentes del Frente Amplio todos los días buscan atribuir responsabilidades al gobierno con gravísimas acusaciones como si existieran pruebas de algún tipo de responsabilidad.

Es realmente muy irresponsable la postura del Frente Amplio. Daña la institucionalidad lanzar al voleo todos los días acusaciones genéricas sin ninguna prueba, tratando de involucrar al gobierno entero en estos episodios.

No es la manera de actuar con responsabilidad institucional. No es la forma que corresponde al funcionamiento político democrático. Pero, lamentablemente, es la manera que ha elegido el Frente Amplio, otra vez, y ahora con mayor gravedad por los agravios que se expresan, para actuar como oposición.

Es bueno recordar que, durante los 15 años de sus gobiernos, el Frente Amplio tuvo muchos episodios que representaron procesamientos judiciales, no de funcionarios de segundo orden, sino de importantes jerarcas de confianza política.

Algunos han llegado a decir que el llamado “caso Astesiano” es la situación institucional más grave desde el retorno a la democracia. Parecen olvidarse que hace apenas 5 años el Vicepresidente de la República de esa fuerza política, tuvo que renunciar por imputaciones judiciales de corrupción.

Lo mismo ha ocurrido con algún legislador de ese partido y varios jerarcas de las administraciones frenteamplistas.

En ninguno de esos casos, los que estábamos en la oposición asumimos la actitud de endilgar las situaciones comprobadas judicialmente al gobierno todo, ni al resto de sus dirigentes o gobernantes. Por el contrario, tuvimos una actitud de cuidado institucional. Particularmente, cuando los propios dirigentes del Frente Amplio nos pidieron que no habláramos en la sesión del Senado en que se votó la renuncia del Vicepresidente.

Nadie está libre en la vida política de que surjan situaciones de corrupción en su entorno, lo importante es cómo se reacciona cuando ello ocurre. Pues bien, las respuestas han sido muy claras. Astesiano está preso y avanzan los procesos judiciales sin ningún tipo de obstrucción (como no podía ser de otra manera) y el caso Marset avanza, también, fluidamente.

En todo caso, además, en el llamado caso Astesiano una de las principales acusaciones es la de integrar una banda que tramitaba pasaportes falsos y en los que la enorme mayoría de los que se tramitaron ocurrieron durante los gobiernos del Frente Amplio, sin que nadie se diera cuenta.

Lo que realmente ha cambiado es la actitud y la conducta de la oposición que, a diferencia de los tiempos en que ellos gobernaban, pretende sacar de manera escandalosa, agresiva, agraviante y nerviosa, un rédito, porque cree que con estas posturas van a obtener beneficios para volver al gobierno.

Pero, además, lo más grave de todo es que esta postura del Frente Amplio supone aceptar que en política “vale todo” con tal de alcanzar el objetivo político y no es así. Bien lo sabía el Gral. Líber Seregni de quien en estos días se cumplen años de su fecha de nacimiento y que hizo del ejercicio de la responsabilidad en la oposición política un culto que lo destacó siempre.

Lamentablemente la actual dirección del Frente Amplio ha elegido un camino bien distinto que afecta la forma en que se desarrolla el juego democrático en nuestro país.