¿Cuál es la alternativa?

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Por Julio María Sanguinetti

El Frente Amplio, en una peligrosa euforia exitista, se siente ya en el umbral del gobierno, cuando no le ofrece a la ciudadanía ningún camino en este mundo de la economía digital y las polarizaciones políticas. Cambio real, sustantivo, ninguno, solo la repetición de generosos propósitos, por supuesto sin financiación. No se sabe de dónde saldrán los recursos para cumplir todos los sueños. Lo que ha sido la trampa mortal de todos los movimientos socialistas y populistas del mundo: pretender distribuir la riqueza que no existe. Y que no existe porque no se crea.

En su programa oficial afirman, de entrada, que “recorre el mundo un auge de autoritarismo que también afecta a nuestra región”, lo que requiere “alianzas con los sectores democráticos y democratizadores”. Sin embargo, cuando la dictadura venezolana descalifica a la principal candidata opositora, en una deriva hacia la negación de la prometida elección, el Frente Amplio vacila y se escabulle. No es casual tampoco que los 1º de Mayo el PIT-CNT, que es la principal fuerza de apoyo, por no decir conductora, invita a sus “compañeros cubanos”, titulares de un totalitarismo mediocre, que ha condenado a Cuba a la pérdida de sus libertades y a una pobreza generalizada.

Con himnos a la internacionalidad, se refugian en la neutralidad cuando se desnuda, como está ocurriendo, la tragedia venezolana.

Se insiste en “los derechos de las generaciones futuras” y se niegan a actualizar el sistema de seguridad social para poder darle estabilidad. Este es uno de los problemas mayores de las sociedades contemporáneas porque la creciente -y bienvenida- mejoría de la expectativa de vida impone actualizaciones constantes. Nuestro país hizo una reforma importante en 1995, que fue desvirtuada en 2008, generando el desequilibrio que ahora ha impuesto la reforma votada. No hace falta recordar que Astori se aburrió de decir que era imprescindible actualizar el sistema. Y, como si fuera poco, el economista Gabriel Oddone, hoy el más destacado de los intelectuales frentistas, ha sido categórico en afirmar que la propuesta de plebiscito constitucional que propone el Frente es “inadecuada, inconveniente e imprudente” y que, si fuera por él, hubiera votado la ley en el Parlamento. Si bien no es el ideal, dice, mejora mucho la situación actual.

¿Cuál es la propuesta alternativa?

Ninguna. Se pasa sobre ascuas por el tema en el promocionado programa. Se reconocen los tres “pilares”, contributivo, solidario y de ahorro individual (no lucrativo). No se propone derogar las AFAPS ni quedarse con el fondo, como lo hace la reforma que pretenden plebiscitar. Pero no hay una palabra sobre cómo darle sustentabilidad al sistema en los próximos años. El mayor programa social del país no merece nada de un partido que invoca el socialismo.

Cuando se repasa el programa frentista, se encuentra una abundantísima propuesta de cosas que habría que “priorizar”, “profundizar” o “promover”, como si no hubieran estado los últimos 15 años en el gobierno. Es una hermosa literatura de tono romántico. Allí, por ejemplo, aparece el agua, uno de sus “sueños” frentistas; el que les llevó incluso a una reforma constitucional que estatizó todos los servicios de suministro de agua potable. Ahora, se propone preservar la “tradición de agua de excelente calidad” que tiene el país y “que lo distingue a nivel regional y mundial”. Cualquiera creería que en los 15 años del Frente se hicieron grandes inversiones en la materia, cuando se produjo, por el contrario, la evidencia rotunda de lo opuesto, en la sequía de 2023. Allí se hizo evidente que desde 1987, en que el gobierno colorado inauguró la represa de Paso Severino, no se había agregado nada a las reservas del área metropolitana. Nada. A modo de excusa, el Frente hablaba de que tenía un proyecto para el arroyo Casupá, que, si se hubiera llevado adelante, tampoco hubiera resuelto nada, porque la fuente era la misma, el río Santa Lucía en baja. El gobierno actual, encaró una reforma en serio, el proyecto Neptuno, en Arazatí, que toma el agua del Río de la Plata, diversificando así la fuente. O sea, la única solución de fondo, que ahora está en marcha y entrará en funcionamiento en el próximo período. Por supuesto, el Frente también está en contra. Todo su horizonte es el proyecto de Casupá, que no está mal, pero ni de cerca le asegura al área metropolitana el abastecimiento en tiempos difíciles.

En materia de educación la literatura alcanza su mayor altura. Allí se describen iniciativas todas derivadas de la “participación como eje y rector” y culminadas en un gran Congreso Nacional Educativo, que no es otra cosa que una gigantesca asamblea gremial. Igual a la que hicieron en su tiempo y solo fue progreso manuscrito. De allí no salió nada que no fueran discursos. Y los resultados fueron implacables: todas las pruebas nacionales e internacionales mostraron la crisis que este gobierno está enfrentando con su proceso de Transformación Educativa. Al que se impugna, por todos los medios, sin ofrecer otra cosa que la reiteración de lo conocido. Ni siquiera se propone dar estabilidad a los docentes en cada establecimiento, como intentó el gobierno del Dr. Vázquez, con un rechazo tan violento que hasta llevó al alejamiento de los técnicos que había designado para impulsar un proceso de reforma.

Todo va en la peor dirección. Como en la UTEC, a la que, como anda bien con un Consejo Provisorio (designado por el gobierno anterior y mantenido por el de la Coalición), se propone sustituirlo por el “cogobierno” que ha lastrado a la Universidad de la República. O sea, sustituir la ejecución por la deliberación.

Como está de moda hoy en filas opositoras, se habla de una “estrategia integral de apoyo a las infancias y adolescencias”. En concreto, todo lo que hoy existe, desde los CAIF (más de 400), pasando por la escuela de tiempo completo o los Centros María Espínola fueron aportes de los gobiernos batllistas. No hay una iniciativa en serio llevada adelante en sus famosos 15 años. Ni tampoco las hay ahora.

Todo este mundo de fantasía, que reitera el “sueño colectivo” como gran impulso, es de los que terminan en una oscura pesadilla. Se ignora que el país atravesó la pandemia, la inflación de post-guerra y la tremenda sequía, defendiendo el empleo. Al punto que recuperó los 50 mil puestos perdidos en el gobierno anterior, creó 40 mil más y por eso en el BPS han crecido en 100 mil los contribuyentes. El salario real, derrumbado cuando la pandemia, hoy está por encima del de 2019.

Frente a las realizaciones, solo sueños. Discursos. Cuando no esas cataratas de agravios en que suelen caer los primeros voceros de esa izquierda antigua y sin ideas, que solo reitera los caminos al fracaso que dibujan el derrotero de tantos países de nuestra América Latina, cada vez más lejos del mundo desarrollado.