Interior: préstamo de U$S 25.000.000 del BID para políticas de seguridad
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Editorial: Seguridad, préstamos y la deuda pendiente del Estado uruguayo
El reciente anuncio del Ministerio del Interior sobre el préstamo de 25 millones de dólares otorgado por el BID vuelve a poner sobre la mesa un tema que Uruguay no logra sacarse de encima: la seguridad pública como eterno “proyecto en construcción”. Es cierto, el crédito forma parte de una línea mayor de 200 millones y permite iniciar el Plan Nacional de Seguridad Pública 2025-2035. Pero más allá de las cifras y las hojas de ruta, la pregunta de fondo permanece intacta: ¿será esta vez diferente? El Ministro Negro había expresado que a partir del 2026 habría un “Plan”, pero parecería que esto sería a finales del mismo.

El Gobierno insiste en que la obtención de recursos demuestra que la seguridad es una prioridad. Sin embargo, el ciudadano común podría sentir cierta distancia entre los anuncios y su experiencia diaria. La delincuencia, el crimen organizado, las cárceles saturadas y la falta de presencia efectiva del Estado en determinados territorios no se resuelven con diagnósticos, sino con resultados. Y resultados es lo que la población sigue esperando.
Un sistema penitenciario que no puede seguir parchado
Que más de la mitad del dinero inicial se destine al sistema penitenciario habla por sí solo. Uruguay continúa arrastrando un modelo que mezcla hacinamiento, falta de clasificación adecuada y programas de rehabilitación insuficientes. La construcción de un centro de ingreso y diagnóstico en Durazno es un avance, sí, pero también es el reconocimiento tácito de una falla estructural que lleva años.
Las cárceles uruguayas no solo deben retener personas: deben transformarlas. Sin una reforma profunda, cualquier inversión corre el riesgo de convertirse en otro ladrillo más en un edificio que ya sabemos que es ineficiente.
¿Más formación policial o la formación adecuada?
La apuesta por modernizar la formación policial es necesaria, pero no garantiza por sí misma una policía más profesional. La institución enfrenta desafíos culturales, estructurales y operativos que requieren algo más que nuevas aulas o un currículo renovado. Requieren liderazgo, evaluación constante y una visión clara de qué tipo de policía necesita el país para la próxima década. En muchos departamentos el poder ingresar a la policía es una de las pocas opciones de trabajo que tienen los jóvenes.
La incorporación de perspectiva de género en la formación es un paso alineado con las tendencias globales, pero también será necesario exigir resultados concretos en el desempeño y en la prevención de abusos, corrupción y malas prácticas.
Tecnología: necesaria, pero insuficiente sin gestión
La modernización tecnológica para investigaciones criminales es otro de los pilares del préstamo. En un país donde el crimen organizado ya no es un fenómeno ajeno, sino un actor presente, la brecha entre lo que el Estado puede investigar y lo que las redes criminales pueden ocultar es crítica. Los hechos recientes ,(atentado a la Fiscal Mónica Ferrero, a la Directora del INR) van dando claras señales de una delincuencia organizada. La tecnología ayuda, pero sin equipos humanos entrenados, coordinación interinstitucional y sistemas de información integrados, la inversión puede perder eficacia.
La prueba de fuego: la ejecución
Tal vez el punto más delicado del anuncio sea el plazo: las obras comenzarían recién a fines de 2026. Es decir, los efectos concretos del préstamo no serán inmediatos. Y aquí reside uno de los vicios históricos del Estado uruguayo: anunciar rápido, ejecutar lento. La seguridad no es un plan a diez años; es un problema de todos los días. Y la ciudadanía rara vez tiene paciencia para esperar que los plazos burocráticos coincidan con la urgencia social. En cada campaña electoral de los últimos gobiernos ocupa un lugar central.
Un Estado que necesita pasar del discurso a los hechos
Uruguay tiene algo valioso: instituciones sólidas, cooperación internacional y voluntad política declarada. Pero también tiene una larga deuda: transformar esa voluntad en cambios visibles. Este préstamo del BID puede ser una herramienta para ello, siempre que no quede atrapado en la maraña de plazos, licitaciones y buenas intenciones que nunca llegan al territorio.
El país no necesita más planes; necesita que se cumplan. No necesita más anuncios; necesita que se haga. Y, sobre todo, no necesita más préstamos si no hay una gestión capaz de convertirlos en seguridad real.
Uruguay tiene, una vez más, una oportunidad. Lo que está por verse es si esta vez logrará aprovecharla.

