La regla del “7 más menos 2”
Durante los años 50 y 60 hubo un impulso renovado en el estudio de la memoria humana…
Durante los años 50 y 60 hubo un impulso renovado en el estudio de la memoria humana, relacionado también con el interés en estos temas en los albores de la informática. Uno de esos estudios (Miller) determinaba que el “chunk” o unidad de medida de información básica para un ser humano era de siete elementos más-menos dos.
O sea, que nos resulta recordable aquella información cuya cantidad de datos estén entre cinco y nueve.
Esto es importante en muchos niveles de la vida cotidiana, y quiere decir que tenemos un cierto límite (más allá de las capacidades individuales), en el monto de información abordable en cada momento, y que es necesaria una cierta digestión e integración antes de continuar con la incorporación de más.
Desde la Gestalt, implica que es limitada la cantidad de “figuras” que podemos tomar del campo.
En la búsqueda del texto “Escuelas que aprenden” de Peter Senge, a pedido de una amiga, descubro el siguiente párrafo:
- “Concentrarse en una o dos prioridades para el cambio, no en una docena”
¡Caramba! Una cosa me recuerda la otra. No sirve para nada hacerse una gran lista de objetivos, pues va contra la naturaleza misma de nuestra concepción, de nuestra forma de abordaje natural.
Claro, si usted incorpora la informática, los sistemas de seguimiento, los de gestión SAP y los sistemas de Project Management, me dirá que es bien posible gestionar mucho más objetivos de cambio, más complejos, numerosos, y abarcativos.
Y ahí está la cosa: ¿hasta dónde llevamos la ambición expresada en cantidad de objetivos y sus elementos desagregados?
Senge nos recuerda que si bien es posible técnicamente plantearnos muchos objetivos, no es eficiente. Miller nos recuerda que hay una base empírica que indica una limitación clara en el número a plantearnos.
Entonces, me viene esta idea de ser más modestos en la cantidad, y entonces quizás más ambiciosos en la calidad del cambio y de los objetivos a abordar. Algo así como “pocos y buenos”.
Por estas cosas es que ya no creo en los procesos organizacionales de reforma (que suelen tener decenas de ítems de cambio), soy cada vez más escéptico de los planes de cualquier gobierno (libros llenos de declaraciones), y de toda la parafernalia del mundo de la gestión actual. Técnicamente será posible, humanamente creo que no. Ecológicamente, en tanto relación Ser Humano-Sí mismo-Ambiente, no lo es.
Liderar el cambio nos debe mover a centrarnos en este tema del foco, de la priorización y del confiar.
Confiar, en que el mundo puede cambiar muchísimo apenas y a partir de millones de iniciativas enfocadas en unos pocos objetivos. Confiar en que ya no es un tema de unos pocos “iluminados” que arman sus decenas de objetivos, sino de tener foco y avanzar, paso a paso, involucrando y proponiendo, y sobre todo, articulando con otros. Al fin y al cabo, el cáncer es la única célula que cree que puede crecer y multiplicarse eternamente, sin límite.
Una buena pregunta sería ¿cuáles son esas ‘una o dos’ necesidades sobre las que me comprometo a actuar?
@2013, Gustavo Nisivoccia *
“Escuelas Que Aprenden (Un Manual de la Quinta Disciplina Para Educadores, Padres de Familiar y Todos los Que Se Interesen en la Educacion)” Peter Senge, Editorial Norma.
* Artículo revisado a partir del intercambio con Alejo Hernández, ¡Gracias!