AGUAS DULCES 2
Las viviendas
En un entorno de médanos, espejos de agua y esteros, Aguas Dulces fue creciendo sin ningún plan de urbanización, primero la costa se fue sembrando de ranchitos de paja, totora, juncos sobre palos, nos referimos a los palafitos, en una actitud osada, desafiante con el océano pero un deleite para sus moradores, tribuna privilegiada para apreciar un amplio y diáfano horizonte en los mejores días de verano. O sufrir la aterradora emoción de un mar embravecido donde los palafitos acomodaban el “cuerpo” ante los embates de las olas encrespadas de espuma, o el disfrute en las cálidas noches de verano del espectáculo que ofrecen las olas con sus fosforescencias, particularmente en los días de luna llena.
Luego otras viviendas fueron emergiendo entre los médanos; al principio sus pisos fueron de arena luego de maderas, ladrillos, pórtland. Los techos de los ranchitos de Aguas Dulces se construían de dos estilos: “a dos aguas” ó “piramidal”.
Los vientos del otoño, invierno y primavera sepultaban prácticamente a las casas de veraneo con la arena voladora de los médanos del entorno. A fines de primavera ya se las empezaba a desenterrar o descubrir para disfrutar de un nuevo verano.
En otra parte del relato, Don Eduardo Torres comentó que: “las construcciones eran un poco rústicas, no como las de ahora, los ranchos lo hacían mas o menos para que duraran un par de años. El primer año lo disfrutábamos lindo, al poco tiempo había que reformarlo”. Al respecto recordó una anécdota de las primeras décadas del siglo 20: “Hubieron grandes vividores o piratas que hacían ranchos en el verano para alquilar, al rancho de uno lo deshacían para poder alquilar las suyas pero eran peores que las viviendas de nosotros”.
Generalmente las cocinas se ubicaban debajo de un techado que continuaba a uno de los aleros del rancho, llamados también barandas; allí solían haber mesas, sillas, utilería de cocina, primus o braseros a carbón, luego se fueron incorporando cocinas a leña o la Volcán.
La mayoría de las primeras cachimbas, ubicadas en el frente de la vivienda, fueron hechas con barricas de madera; cuando se aterraban iban los “cachimberos” a sacarles la arena con una pala especial que tenía dos mangos largos de madera. Mientras que en el fondo del predio estaba el baño construido con los mismos materiales de la vivienda con su correspondiente letrina.
Luego se construyeron viviendas con otros tipos de materiales, los pioneros fueron los vecinos Miguel Riet Correa con un rancho de “adobe” y Plácido Terra edificó con madera.
En los capítulos anteriores nos referimos a las primeras viviendas y dentro de qué entorno fue que nació este balneario castillense. Al producirse un nucleamiento de pobladores hay diversas necesidades que atender y hoy nos referiremos a las actividades comerciales en los albores de Aguas Dulces.
La actividad comercial
El primer almacén fue el de Virgilio Olivera, según Antonia “Pocha” Faget es el pionero de esta actividad comercial, luego se instalaron Benito Amaral y Claudio Acosta. El primer hotel fue de Brian Gil Taylor que anexó además almacén y una cancha de taba.
Fueron comerciantes los vecinos Carlos Paz, José Diego, la sociedad Bernardo Ventura-Vicente Juaní. Miguel Araujo instaló el segundo hotel del balneario en las inmediaciones de lo que hoy es la Escuela, donde existía una cachimba que le abastecía de agua como también a numerosos vecinos. Luego lo vendió a los señores José Rondoni y Julio Rodino que tiempo después lo trasladaron a un lugar muy próximo al parque del Ministerio de Ganadería y Agricultura y Pesca, sobre la costa.
Debemos recordar el restorán y salón de baile de Avelino Rocha y la Terraza de Eduardo Torres que también era un local bailable. En el año 1952 el mar destruyó el local La Terraza, se construyó nuevamente, esta vez con dolmenit. Prosiguió realizando bailes familiares e infantiles a los sones de las guitarras, acordeón a piano y bandoneón, en este local no se cobraba la entrada y el negocio estaba en el consumo de la cantina. La Terraza dispuso de una radio a batería y esto concitó a muchos clientes por la atracción que significaba la radiodifusión en aquellas épocas, por ejemplo escuchando partidos de fútbol, radionovelas, musicales, noticias.
Existieron más centros de diversión y entre ellos podemos recordar a Eitel del Cerro y Artigas Ubal. En el año 1959 se construye y se inaugura la sede del Club Social de Aguas Dulces. Después surgió otro local bailable: “La Boca del Lobo” de Olivar Acosta. El día de su estreno llovió torrencialmente y se inundó totalmente, entre todos los vecinos la desagotaron y dio comienzo la diversión. La Boca del Lobo estuvo donde hoy funciona La Terraza.
La Escuela y el alumbrado público
Aguas Dulces creció y fue necesario de que hubiera una Escuela que atendiera a su población infantil y el de sus adyacencias, el dictado de clases comenzó el 10 de abril de 1963 en un garaje de la casa de veraneo de Luis Améndola, luego el centro educativo recorrió varios locales hasta que logró tener su propio edificio. En el año 1967 se inauguró la capilla de Aguas Dulces en un modesto local siendo el cura párroco el Padre Lauro Nogal.
El balneario siguió creciendo y centenares de viviendas de distintos materiales y diferentes formas emergían entre los médanos, acacias, pinos, caminitos y una avenida principal, denominada Gorlerito por muchos pobladores, hoy Cachimba y Faroles. A este núcleo poblado había que proporcionarle luz. Al respecto Rosmary Rocha Silva – hija del funcionario municipal Eugenio “Masarico” Rocha encargado entre otras tareas municipales, de encender los faroles de la única vía pública- recuerda: “El alumbrado fue idea de los Ediles de la Junta Local de Castillos, se hacía mediante faroles de mecha a queroseno, que disponían de una campana por encima para proteger lo máximo posible la llama encendida y estaban colocados estratégicamente en el centro del balneario, que era el entorno del Club de Aguas Dulces; se colocaban al atardecer y daba mucho trabajo mantenerlos encendidos particularmente los días de viento. Recuerdo las noches de luna con ese alumbrado, le daba una mística al balneario y era un deleite salir a pasear en las cálidas noches de verano. Esta experiencia duró poco tiempo, luego vino el alumbrado de energía eléctrica”.
Los naufragios
La costa atlántica uruguaya está marcada como uno de los doce cementerios diabólicos en el mundo según el investigador de naufragios Iván Sanderson. Varios centenares de barcos sucumbieron antes las aguas embravecidas del Atlántico y del Río de la Plata.
Aguas Dulces, obviamente no es ajena a estos tristes acontecimientos y numerosas son las embarcaciones de diversas nacionalidades, tipos y tamaños que cayeron para siempre desde la conquista española. Muchas otras sucumbieron en la soledad y un manto de misterio cubre dónde, cómo y cuándo claudicaron ante la fiereza del Atlántico; pero de otras se saben sus nombres, lugares, fechas, cargamentos, vidas humanas perdidas y salvadas.
En Aguas Dulces y sus zonas próximas aún se aprecian restos de algunas embarcaciones como mudos testigos de esas numerosas tragedias marítimas, a modo de ejemplo el bergantín holandés Júnior que cayó el 29 de junio de 1869. Con relación a esta embarcación el vecino Mario Ubal Olivera recordó que su abuelo Gabino Ubal Ortiz “remató el barco y lo explotó mientras el mar lo permitió, lo compró todo con mástiles incluidos. Con la madera construyó una pieza para los huéspedes y un galpón en el Rincón de los Olivera, pero quedó la parte de la quilla enterrada que es lo que aparece ahora quemada en la costa cerca de la casa que era de Gabito Barrios”.
El Arinos sucumbió el 9 de octubre de 1875, generador de numerosas leyendas con sus libras esterlinas que transportaba para subvencionar los gastos del ejército imperial brasileño en la triste guerra de la Triple Alianza, que junto a Argentina y Uruguay la emprendieron contra el pueblo hermano paraguayo. El vapor inglés Gainford encalló el 11 de septiembre de 1884, mientras que el 18 de marzo de 1891 le toco la misma suerte al patacho alemán Johamann ó Johanna y aseguran que se trata de la Juanita.
A muchos aguadulceños les hemos escuchado que frente a la Terraza y en otros lugares aparecen trozos de carbón de piedra o coke, son varias las embarcaciones que naufragaron con este tipo de cargamento, como ejemplos la barca italiana Filomena un 4 de agosto de 1868, mientras que en agosto de 1874 les tocó turno al bergantín inglés Willowbrae y el 25 de agosto de 1882 a la Luge María. Muchas veces hemos apreciado restos de tejas y se sabe que en las inmediaciones de Aguas Dulces encalló una barca francesa la Courier Des Mers el 19 de febrero de 1874 transportando estos elementos.
NÉSTOR ROCHA – CASA AMBIENTAL
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